7 de junio de 2013

WILLY ESPEJO - INFORME PARA UNA ACADEMIA

Conocí a Chucho Valle (Jesús Araujo Valle) en el 2002, en Oaxaca. MAESTRO (así, con mayúsculas) en el arte del que hacer escénico. Un mártir del Teatro. El tipo era detestado por todos los teatreros de Oaxaca hasta que se murió, ya en la tumba, todos, hasta la mamá de los pollitos de la cultura en el estado habló bien de él. Chucho era la dualidad perfecta entre persona y personaje. Sus tablas y su historia hablaban por él, desde Azar hasta Ionesco. Desde Tamayo hasta Morales. En fin, era un conocedor y un Artista.

David Escárraga, otro oaxaqueño que ha sido infravalorado y quien puso en el mapa a Oaxaca en 1999 en la Bienal de Video que convocaba el CONACULTA, ganando un 3er. Lugar con su película La Mantenida (donde también participó Chucho Valle). Grabada con una cámara de video 8mm. Antes, pero mucho, muchísimo antes de que los videoblogs y los videos o canales en youtube se pusieran de moda él ya hacía cine con video. Y qué cine, más allá de la calidad, porque a la fecha no hay cineasta que siga condenando al video, todos sus largometrajes bien podrían decirse que son del Buñuel Oaxaqueño. Historias que tratan de contar realidades, no de estrellitas.

Ambos hablaban maravillas de un tal Willy Espejo: que el gran actor, que qué presencia, que como Willy nunca iba a haber otro, que era una pena se hubiera hundido en las drogas, etc. Frecuentemente me platicaban de las hazañas escénicas del tal Espejo: que si lo dirigió Martín Acosta, que en el DF hizo no sé qué, que cuando hizo tal papel fue impresionante. En fin, entre los dos Maestros, sin proponérselo, crearon en mí un mito del mentado actor.

Un día yo iba en el carro de David junto con Chucho, quien me iba platicando no recuerdo qué cosa, de pronto David comenzó a gritar: “¡Ahí va Willy, ahí va Willy!” Tocó el claxon pero no pudo parar. Jamás había visto a Chucho reaccionar así: “¿Willy Espejo, dónde, dónde?”  Giró la cabeza casi completamente tratando de encontrarlo con la mirada. Le dijo a David que parará pero no pudo, había algo de gente en la calle, podía ser cualquier, por más que David lo señaló no pude ubicarlo.

El tiempo siguió pasando y un día del 2005 llegué, tampoco recuerdo cómo, a un grupo de teatro de Oaxaca: Cuahupanco. Donde sin saberlo iba a conocer, en persona, a Willy Espejo. Me integré al montaje que tenían en ese momento: Don Juan Tenorio, de José Zorrilla. Y sí, pude verlo trabajar…

Willy era un actor terminado, hecho y derecho, su sola presencia escénica era impresionante. Además de actuar el tipo nos ponía ejercicios y nos ayudaba con el trabajo actoral, a limpiar los movimientos del trazo, a trabajar la voz, en fin, un placer conocer a alguien como él.

Cuando les platiqué a Chucho y a David que estaba en el montaje les dio casi lo mismo, cuando les dije que en el montaje esta Willy Espejo y que yo estaba trabajando con él se quedaron pasmados: “Años de no saber de Willy...” decían.

La obra no tuvo mayor pena ni gloria. Pero más que la obra, por fin pude conocer al personaje que los dos Artistas (y amigos) habían creado con sus pláticas. La verdad es que no exageraban, realmente yo no entendía cómo una persona como Willy estaba en donde estaba, con todo su talento y cualidades era para que viviera tranquilamente de la actuación en alguna televisora o al menos en teatro comercial, con todos sus conocimientos podría ser productor.

Una vez, una de las mujeres más brillantes que he conocido me dijo “la línea entre la genialidad y la locura es tan delgada…” Sé que esa frase no es de ella pero la mirada con que la dijo y la forma de pronunciarla me marcó.

Eso era Willy, el genio loco, el loco genio.

Como de la actuación no se puede vivir, y mucho menos en provincia, después del Tenorio participé en una pastorela en la que también estuvo Willy. De verdad, era increíble ver a un tipo tan versátil. Después de eso ya no hubo más obras, dejé ese grupo y le perdí la pista a Willy Espejo.

Los años siguieron pasando, como buen irresponsable e inmaduro (que aun soy) me fui de Oaxaca de pata de perro, luego regresé. Y un día del 2009 me encontré por azares del destino, en la tiendita del fraccionamiento donde rentaba casahuevo, a Willy. Nos saludamos y  nos sorprendimos de que ambos viviéramos en el mismo condominio. Yo tenía poco más de medio año de haber empezado a rentar en ese lugar.

En ese encuentro patrocinado por el dios azar Willy me dijo que quería hacer teatro, yo le dije lo mismo. Nos dimos nuestras direcciones  y quedamos en irnos a visitar.

Aquellos años además de estar colgadísimo de una chica que vivía en el DF, estaba dando clases de teatro en la Universidad Anáhuac de Oaxaca, donde entre otras cosas muy interesantes tuve la oportunidad de conocer a un genio musical en ciernes.

Casi dos meces después de aquel encuentro con Willy una noche él llegó a tocar a mi puerta, traía varios papeles y un par de libros. Platicamos de cualquier cosa, fumamos, tomamos café y después el tema se centró en nuestra pasión (y vida): Teatro. Con el paso del tiempo creo que aquella plática no fue tal sino que más bien me estaba midiendo, quien sabe. Luego de un buen rato y de hablar de los grandes, Willy finalmente me preguntó:

     - ¿Has escuchado sobre Kafka?

     - Es de mis autores favoritos

     - ¿Conoces Informe Para Una Academia?

     - Sí.

     - Pensé que me dirías que no, por eso traía esto.

Uno de los libros que Willy llevaba era ese, el Informe para una Academia, de Kafka. Los papeles eran cuentos del mismo autor y críticas o análisis a su obra. La conversación que continuó se centró a la interpretación que cada uno de le daba a tal o cual texto.

     - Quiero hacer el Informe, como monologo, y quiero que  el mono baile. Y quiero que tú me dirijas.

Me boté a reír por dos cosas, la primera porque quería meter baile en una obra de Kafka, ¡quería que el mono bailara! Era irrisorio. Pero era mucho más irrisorio el hecho de que Willy, Willy Espejo, el Gran Actor, el mito que Chucho y David habían creado en mí, el artista que yo había visto en escena, el grande, él, Willy Espejo, me dijera: dirígeme.

No exagero si digo que la risa (y risa enserio) me duró casi diez minutos. Supongo que Willy se molestó, no entendió mis nervios.

     - Piénsalo, hablamos mañana.

De un trago se terminó el café que quedaba para irse. En el marco de la puerta, ya para tomar camino, todavía me dijo.

    - Es enserio, quiero hacer el monologo y quiero que me dirijas.  Piénsenlo, mañana vengo para que platiquemos.

No sé si Willy estaba realmente molesto pero serio sí, y mucho, me dijo aquello con una solemnidad tremenda.

Aquella noche-madrugada pensé en ello. Él no estaba jugando, realmente quería montar Informe Para Una Academia, de Kafka, y realmente quería que el mono bailara, ¡y quería que yo lo dirigiera!

Chucho Valle murió en el 2007, de sus frases más recurrentes respecto a Willy había una que siempre usaba cada que algún teatrero oaxaqueño hablaba mal de él: "Willy Espejo no es el mejor actor de Oaxaca, Willy Espejo es el único actor en Oaxaca". Por frases como esa es que todos odiaban a Jesús.

Yo estaba pasmado, si Chucho viviera me hubiera sido fácil, le hubiera dicho a Willy que no, que yo no lo dirigiría, pero que podíamos ir con Jesús, él tomaría el mando del barco y yo con todo el gusto del mundo trabajaría con ambos. Pero no, Chucho ya no estaba en este plano para ese entonces. Y el cabrón que había trabajado lo mismo con un productor de televisa, que con Martín Acosta y que había hecho de las suyas en el teatro chilango me pedía dirigirlo. Obviamente yo le tenía que decir que no, además no me estaba proponiendo montar una obrita sino a Kafka. Y así fue, aquella noche me decidí, al día siguiente, si es que regresaba, le diría que muchas gracias por su invitación, pero que obviamente él sabía más que yo y jugar al directorcito (como muchos en el estado) no era lo mío.

Ya había dirigido antes, incluso en videohomes había hecho mis pininos, no era dirigir lo que me espantaba. Era el hecho de trabajar con Willy Espejo lo que me aterraba, creía que no iba a dar el ancho, que alguien con todos sus conocimientos se iba a desesperar conmigo como director. Tomé la decisión.

La noche siguiente cumplió, llegó, platicamos mientras fumábamos y tomábamos café. Ni yo quería decirle mi respuesta y ni él la había preguntado. De pronto me miró como sólo un actor puede hacerlo.

     - Chucho Valle hablaba mucho de ti, cuando te fuiste al D.F. fui a verlo un par de veces. Vi el trabajo que hiciste con él, no está mal.

Se refería a un cortito en el que Chucho, junto con otra actriz, me hizo el favor de participar.

     - Cuando te conocí tú hablabas mucho de Jesús, supongo que te habrá enseñado bien. A mí me hubiera gustado trabajar con él pero nunca se dieron las cosas. ¿Y entonces, qué dices, lo hacemos o no? ¿Montamos el Informe? Yo actúo, tú diriges todo.

Mi respuesta era no, estaba convencido, sino hubiera nombrado a Chucho y de la forma en que lo hizo no hubiera cambiado de opinión.

     - Empezamos la próxima semana.

En esos días deshice la cocina y toda la parte baja, mude mi “casa” al cuarto de arriba. Dejé todo ese espacio para poder ocuparlo en ensayar.

Aun no sé de dónde me saqué todo lo que hicimos, ideas y producción.  Hoy día aun creo que Chucho estuvo ahí todo el tiempo para iluminarme.

Las cosas salieron mágicamente, todo se fue acomodando, todo se dio. Willy resultó ser el actor más dúctil y manejable que a la fecha conozco, nunca cuestionó nada, ni un trazo, ni una intención. Más de una vez noté en su rostro el desagrado a tal o cual indicación pero igual la hacía, luego sonreía. Cuando no entendía a dónde quería llegar se guardaba su opinión, ni siquiera me preguntaba nada, luego igual sonreía. Me dejó libertad absoluta, fue un placer trabajar con él.

Respeté su propuesta-petición original, hicimos bailar al mono, pero además yo sabía que Willy tocaba y cantaba, así que aproveché eso para la escena.

A la hora de pensar en la música para el montaje él me hizo un par de propuestas, yo escogí un par de cosas de Nacho Cano sólo para ensayar pero ya sabía que la música la haría Manuel Betanzos, el genio musical en ciernes que había conocido en la Anáhuac; quien por cierto, después del montaje dejó dicha universidad y se mudó a Monterrey para entrar a la Facultad de Música de la U.A.N.L. de la cual no tarda en salir como licenciado en composición.

Hay más después del montaje, sólo que no tan agradable. Después de ver el video me quedo con buen sabor de boca y con estos recuerdos. La obra tiene errores, todos ellos míos, finalmente sí me abrumó el hecho de trabajar con dos genios, uno en la música y otro en la actuación.

¿Qué porqué toda esta historia? Porque soy un cursi, porque la chica de la que estaba colgado en aquellos años hace un par de meces que la vi y por casualidad conoció a Willy, ella me preguntó cómo fue que nos conocimos y le platiqué todo lo que aquí escribo. Y recordar esos años, después de haberla visto me hizo buscar los videos, uno del preestreno que se hizo en la Universidad Anáhuac Oaxaca (donde el Maestro David Escárraga nos grabara) y el otro del estreno de la obra en el Teatro Juárez de Oaxaca, en el que Chucho, estoy seguro, no estuvo en primera fila, sino hasta la última, a donde la voz del verdadero actor tiene que llegar tan clara como en la primera, donde a él le gustaba sentarse para ver también las reacciones del público.

En la obra participan dos genios y la que entonces era esposa de Willy. Pero a decir verdad en esos años cuando se hizo el montaje tanto aquella chica como Chucho siempre estuvieron presentes en mí. Así me curo en salud y puedo decir que muchos de mis errores y distracciones eran por ella y todos los aciertos de él.

Aquí los videos, buenos recuerdos.


 (función de estreno en el Teatro Juárez de Oaxaca)



 (preestreno a manera de ensayo general)


Gracias a Willy por esos meces. A Manuel por su talento.
A Chucho, sobre todo a Chucho, por TODO.
Y a ella, porque sino esto se hubiera quedado por ahí, arrumbado, donde estaba.



Todo se conjuga, todo tiene un porqué. Bendito Teatro.