6 de octubre de 2014

Me diste destellos de lo que era la vida y una incipiente muerte
La misma suerte de un viernes trece.

Nunca he dejado de bendecir al maldito dios azar
Por haber desatado las agujetas de tus cuidadosamente desgastados convers
Precisamente en la que después de haber sido la mañana más jodida
Se convertiría con el tiempo en la tarde más fatal.

Después de que nos dijimos
Primero sin hablar
Y luego de tantas y tan ridículas maneras
        Te conozco de otra vida
Me enseñaste a caminar frente a gatos negros que escupían fuego
Encontré la luna en tus ojos de atardecer
Ni siquiera la noche más radiante de octubre
me ha deslumbrado como tu mirada lo hacía cada que decía
    - Te quiero
Me convertí en la Sombra de tus espinas
Fue aquella Rosa quien engendró la Alquimia y la poesía.

El tiempo, implacable y a veces tan maldito, pasó
Mudanzas, llamadas…
Te amo a los diecitantos no basta
Conoces la historia tan bien como yo, quizá mejor
Y una tarde cualquiera pasó por fin
Extravié, después de tantos años
En algún viaje, en alguna maleta o carretera
En algún hotel o terminal, no lo sé
La agenda donde tenía tu número y dirección
O quizá sólo fue que perdí  la cuenta de los años que habían pasado
Y por fin llegó el pasado

Poder escribir Amelia sin cortarme las venas
¡Carajo!
Ni remotamente te imaginas cómo es que se siente
Apenas lo dimensiono

Veintitantos años y no sé hace menos cuantos las musas cumplían años
¿Te acuerdas?

Ojalá, en verdad, nos volvamos a encontrar
Otra vez, en otra vida
Hasta entonces mujer felina
Que el amanecer con el que firmaste tu última responsiva ilumine tus noches
Que en las mías he descubierto lunas más crueles que tus no te quiero querer.

¿Poder escribir Amelia sin cortarse las venas?
Que mierda
No, no vale la pena.