Ya había pasado la publicación que
hizo Editorial Dunken en “Letras del Face” de uno de los poemas del Wonder
Woman, también ya se había logrado el proyecto que Manuel Betanzos impulsó para
publicar en PDF el poemario completo y subirlo a la red para que a quien le interesara lo pudiera descargar
de manera gratuita, el cual pensamos (yo estaba bastante seguro) nadie iba a
querer descargar, ¡Y puf! Tremenda sorpresa cuando comenzaron a caer los inbox
y correos de quienes decían haberlo leído, y ¡más puf! cuando algunas generosas
argentinas enviaron lo que viene siendo en resumidas cuentas un “maldito
misógino” acompañado de fotos espectaculares.
¿Qué más podía pedir? Me curé de la
chica que me había hecho mierda escribiendo algo que sonaba, o al menos se
parecía un poquito, a un pequeño poemario,
además me había dado el lujo meces antes de entregárselo en mano para
ver cómo lo recibía con una risita burlona, que al no hacerme nada, me comprobó
ya estaba más que curado, y ahora además una editorial Argentina hacía realidad
lo que en México simplemente aun no logra cuajar, más el poemario echo
electrónico. No sabía que el desamor pudiera traer tantas alegrías.
Pero a principio de noviembre del 2013
Liz Vargas me propuso de la nada “¿Y si lo imprimimos, en papel, publicarlo en
físico?” Obviamente me empecé a reír
¿qué otra repuesta podía darle a tan disparatada pregunta? Le expliqué incluso que si lo que quería era
hacer negocio con eso ni a patadas se iba a poder ¿de cuándo aquí las letras
eran rentables? Y nada… simplemente esa misma noche creo que comenzó a trabajar
en los archivos para la impresión y poder hacer la presentación en una feria
del libro que se iba a hacer el 30 de noviembre, la cual estaba organizando
junto con Dantana Rock. No lo creía…
Así, mientras Liz se ocupaba de llevar
a papel algo que empezó como silencios que gritaban ni sueñes que puedo
quererte, y terminó siendo un algo incomprensible para mí, yo me ocupaba en
garabatear cómo presentarlo. Leí y leí y releí una y otra vez el poemario y… me
di cuenta que ahí no había poemas sino retratos de una chica que se hizo un
personaje en mi vida, algunas fotos eran borrosas, otras abstractas, unas más
eran tan malditamente fidedignas que hasta me reprochaba el haberlas
vivido, e incluso encontré con que al
menos un par eran prácticamente selfies de ella sólo que mis letritas
terminaron haciendo de obturador, no había ni hay mérito de creación en ese par
de textos, no hice nada, simplemente tomé sus palabras, su filosofía de vida y
las plasmé, eran ella.
Al final, después de darle mil vueltas
al asunto no pude mas que recordar cómo y porqué había nacido cada texto, y
terminé maldiciendo aquel amanecer que nos encontró besándonos “Tuxtepec fue un
error peor que haberte conocido…” Ya no podía escribir más sobre ella, ya lo
había vomitado todo… ¿todo? Logré dejar en ese poemario parte de la historia
que viví con una mujer con la que me hubiera encantado compartir todos los
cigarros y cafés de mi vida, dándome cuenta hasta el final que antes de que eso
pudiera llegar a ocurrir ella prefería
dejar de fumar.
Entonces entre topes contra la pared y
risas marca qué idiota fui de pronto llegó el día de la presentación encontrándome
sólo con garabatos y recuerdos, y aunque una feria del libro jamás será un
lugar concurrido ese día tuve la suerte de ver que los asientos de la
presentación estaban ocupados en su mayoría por amigos. Así que en vez de leer
lo que había “preparado” decidí contarles parte de la historia y leer dos o
tres poemitas.
Eso fue hace ya un año, cuando
estábamos haciendo el PDF Manuel me dijo “escribiste un poemario para olvidar
algo que tenías que olvidar, ahora todos los días lo ves y no lo puedes
olvidar, pero ya no te hace daño”. Supongo que tiene razón, porque ahora que
abro mi cara libro y veo las fotos del Wonder, o veo y releo alguno de los
textos sólo me sonrío como el idiota que soy, y me pongo tan contento que
hasta me da por extrañar un poquito a
aquella Mujer Maravilla y simplemente me
quedo con las ganas de verla otra vez para poderle dar las gracias de todo esto
que me dejó.
Que ingenuo y pretensioso fui, a
cambio de nada me regaló tanto y yo
todavía quería que, a cambio del mío, me regalara su corazón.
El "poemario" aun seguirá un rato por estos lares: