Me diste
destellos de lo que era la vida y una incipiente muerte
La misma
suerte de un viernes trece.
Nunca he
dejado de bendecir al maldito dios azar
Por haber
desatado las agujetas de tus cuidadosamente desgastados convers
Precisamente
en la que después de haber sido la mañana más jodida
Se
convertiría con el tiempo en la tarde más fatal.
Después de
que nos dijimos
Primero sin
hablar
Y luego de
tantas y tan ridículas maneras
- Te
conozco de otra vida
Me enseñaste
a caminar frente a gatos negros que escupían fuego
Encontré la
luna en tus ojos de atardecer
Ni siquiera
la noche más radiante de octubre
me ha
deslumbrado como tu mirada lo hacía cada que decía
- Te
quiero
Me convertí
en la Sombra de tus espinas
Fue aquella
Rosa quien engendró la Alquimia y la poesía.
El tiempo,
implacable y a veces tan maldito, pasó
Mudanzas,
llamadas…
Te amo a los
diecitantos no basta
Conoces la
historia tan bien como yo, quizá mejor
Y una tarde
cualquiera pasó por fin
Extravié,
después de tantos años
En algún
viaje, en alguna maleta o carretera
En algún
hotel o terminal, no lo sé
La agenda
donde tenía tu número y dirección
O quizá sólo
fue que perdí la cuenta de los años que
habían pasado
Y por fin
llegó el pasado
Poder
escribir Amelia sin cortarme las venas
¡Carajo!
Ni
remotamente te imaginas cómo es que se siente
Apenas lo
dimensiono
Veintitantos
años y no sé hace menos cuantos las musas cumplían años
¿Te acuerdas?
Ojalá, en
verdad, nos volvamos a encontrar
Otra vez, en
otra vida
Hasta
entonces mujer felina
Que el amanecer
con el que firmaste tu última responsiva ilumine tus noches
Que en las
mías he descubierto lunas más crueles que tus no te quiero querer.
¿Poder
escribir Amelia sin cortarse las venas?
Que mierda
No, no vale
la pena.