Me da la impresión que la
patria del militar mexicano, y por militar me refiero a todo aquel que forma
parte de las filas de las fuerzas armadas: soldado, marino, o como quiera
llamársele, es la patria más chaquetera, pusilánime y mediocre que puede
existir.
Ese marinerito
o soldadito que lo mismo sirve al alcohólico que declara la guerra contra el
narco de la manera más estúpida posible, y que una de sus primeras acciones
fura desmontar la Agencia de Inteligencia, sirve y jura fidelidad también a un
títere copetudo con prepa terminada y licenciatura plagiada.
Son varias las
crónicas que documentan el robo y saqueo por parte de las fuerzas armadas, y por parte de policías, en los desastres que ocasionó el terremoto de 1985 en México
DF, y es sabida ya la masacre de estudiantes, niños y población civil que
Guardias Presidenciales inició en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco (no invento nada, consta públicamente en los archivos y libros
serios).
Hoy sabemos,
gracias a diferentes crónicas periodísticas, de las cuales muchos autores y
autoras han sido desaparecidos o asesinados, o violadas y asesinadas, que las
fuerzas armadas respaldan y velan por los intereses del actual narcogobierno.
Pareciera que
el primer requisito para pertenecer a las fuerzas armadas es la pobreza o
pobreza extrema porque ¿dónde más puede conseguirse un sueldo mínimo de más de
siete mil pesos al mes con primaria trunca? Sueldo que sólo puede ir creciendo
si se aprenden a lamer las botas correctas. En este país ¿quién va a decirle
que no a ese sueldo si se tiene familia que mantener?
Bonos, seguro
de vida, vivienda, alimentación, ¿cómo no doblarse ante eso? Y si bien es
cierto que ya dentro, el sueldo sólo puede ir creciendo, no es menos cierto que
la educación no lo hará, o lo hará de una forma muy difícil e incluso
manipulada a mal. De cultura ni hablar.
No hablo aquí
del militar de academia, de ese que el Gobierno Federal tiene que tener
correctamente sobornado para no armar un golpe de estado, el militar de
academia bien que mal tiene otra formación, él, mínimamente, sabe leer y
escribir. Y hasta el ejecutivo le tiene cierto miedo.
El mismo Estado
ha creado las condiciones de pobreza extrema, marginación y falta de
oportunidades para que más de uno opte por el camino de las armas como única
salida, como medio de sobrevivencia, en todo caso sería la armada o el narco
¿la diferencia? Pareciera que al menos el narco tiene un poco más de
sinceridad, se reconocen como lacras y rinden servicio a un único patrón, el
militar no, él baila al son que le toquen, y si le toca defender, matar,
torturar, amenazar o desaparecer a X
o Y, va y lo hace, al final, tienen
razón, sólo siguen órdenes.
Los marinos y soldados
son los brazos musculosos y con pólvora del Estado, del actual Gobierno, y por
actual habría que pensarlo desde el de Salinas o Zedillo (con el EZLN por poner
un punto de partida, o mejor, con el de Echeverría y su bastarda Guerra Sucia)
hasta la caricatura que hoy tenemos por presidente.
El político de
ningún partido va a salir a golpear, amedrentar, amenazar o desaparecer a nadie
de la población civil, ni su estatus se los permite, ni han entrenado para eso,
y menos van a exponerse a que alguien los vea, para eso están las fuerzas
armadas; si alguien, aún por equivocación atenta realmente contra los negocios
políticos ya se sabe: 43 y contando…
El pasado 19 de
septiembre un nuevo terremoto azotó al Distrito Federal (CDMX para los
Manceristas) y de forma increíble la Sociedad Civil ha salido a las calles a
salvar vidas, se ha organizado no sólo para hacer donaciones, sino para literalmente
salvar vidas, ayudar a quienes lo perdieron todo, dar refugio a quien lo
necesite. Personas “ricas” están ayudando a personas “pobres” sin pedirles la
credencial de elector ni la cédula profesional o el último grado de estudios, y
también los “pobres” están salvándole la vida a más de un “rico” sin pedir pal
chesco, ni preguntando cuánto ganan. La Sociedad Civil, en cuestión de
segundos, dejó de tener clases sociales, colores de piel, grados de estudio,
estado civil, o cualquier otro distintivo. El chilango, simplemente, se hizo uno, se está tirando cables y
echando la mano lo mismo con comida que con herramientas, trabajo, casa,
transporte o lo que sea, la sociedad fue víctima de un desastre natural y la
misma sociedad está organizándose para sobreponerse a la catástrofe.
La televisora
que puso al actual presidente despliega toda su infraestructura para hacerle la
mejor foto posible a los políticos que van y donan una caja de agua, a los que
dan una palmadita a quien lo perdió todo, a quien hace la promesa pública de
ayudar. La Sociedad Civil, si bien está documentando parte de la catástrofe en
redes sociales (lo cual incluye denunciar los robos y arbitrariedades del
Gobierno en cualquiera de sus cuerpos), la gran mayoría está más preocupada por
ir a los centros de acopio, por ir y quitar piedras y escombros para ver si aún
se puede salvar con vida a alguien, es la Sociedad Civil la que está recaudando
picos, palas, discos de corte, sierras, comida, agua, etc.
¿Y las grandes
trasnacionales a quienes el Gobierno les condona impuestos, que han donado? ¿Y
el Gobierno? El Estado desplegó a las fuerzas armadas, mucho después de que la
Sociedad Civil se organizara y salvara miles de vidas de las que ni Televisa ni
TV Azteca van a hablar. “El miedo no anda en burro” dicen, el miedo del
Gobierno no es gratuito, vale más perder votantes ahora que dejarlos seguirse
salvando. Si bien es cierto que las fuerzas armadas han salvado vidas, sobre
todo las fuerzas caninas, no es menos cierto que los militares están comenzando
ya la rapiña y el saqueo, son ellos los que están viendo qué sacar de los
edificios a punto de caerse, o de los cadáveres que trasladan. Son ellos los
que están evitando que la Sociedad Civil lleve la ayuda recolectada a centros
de acopio Civiles, están interceptando la ayuda para llevarla a los centros
gubernamentales, donde está siendo embolsada con la respectiva marca partidista
que negociará o venderá la ayuda. PRI, PAN, PRD, etc… la única diferencia es el
color y las siglas, todos están velando por su interés y por apaciguar a la
Sociedad Civil; los soldados y marinos sólo reciben órdenes de la patria que
tienen en turno.
Si bien la
población tiene miedo (tenemos miedo) de otro temblor, de todos los daños que
causó éste y de los horrores que aún no acaban, es evidente que el Gobierno
tiene miedo ¿qué pasaría si todos los que hoy están unidos se unieran también
para sacar a diputados, senadores, alcaldes, y cualquier funcionario público
corrupto e incompetente? ¿Qué pasaría si todos los hoy solidarios por fin
demostraran unánimemente su parecer en las elecciones? ¿Si nadie, ni uno solo
de todos los que hoy están trabajando desinteresadamente, dejara comprar su
voto por doscientos pesos, el bulto de cemento o la despensa en turno? El
temblor de 1985 y el del 2017 estremecieron
al DF, pero la reacción de la gente está haciendo que el Gobierno se estremezca
de verdadero miedo.
Así como el
soldado y el marino están armados y respaldados por el Estado, porque es a los
políticos a quien juran servir y no al pueblo, el político está confiado en ser
eterno intocable por su fuero y la magna impunidad que rige actualmente, los
primeros sólo siguen órdenes de los segundos, los segundos, son conscientes de
la fuerza que la Sociedad Civil, pese a todo, tiene, y harán todo lo posible
porque esa fuerza desaparezca lo antes posible.
A diferencia de
la patria del político y del que milita en las fuerzas armadas, la patria del
Ciudadano no es chaquetera, y todo ciudadano, incluyendo el naturalizado (sino
es que él primero), tienen bien claro que la patria, más allá de un spot
publicitario, de un fuero y de la manipulada historia patriotera, se llama y es
México, y es por ella, y por la vida misma que la gente sin partido y sin nómina gubernamental está dejando todo en la calle.
Pareciera que hay esperanza de un mañana mejor... de una patria no militar, ni gubernamental, sino (re)construida por los que hoy no ganan nada y lo dan todo.