23 de septiembre de 2017

LA PATRIA DEL MILITAR

Me da la impresión que la patria del militar mexicano, y por militar me refiero a todo aquel que forma parte de las filas de las fuerzas armadas: soldado, marino, o como quiera llamársele, es la patria más chaquetera, pusilánime y mediocre que puede existir.

Ese marinerito o soldadito que lo mismo sirve al alcohólico que declara la guerra contra el narco de la manera más estúpida posible, y que una de sus primeras acciones fura desmontar la Agencia de Inteligencia, sirve y jura fidelidad también a un títere copetudo con prepa terminada y licenciatura plagiada.

Son varias las crónicas que documentan el robo y saqueo por parte de las fuerzas armadas, y por parte de policías, en los desastres que ocasionó el terremoto de 1985 en México DF, y es sabida ya la masacre de estudiantes, niños y población civil que Guardias Presidenciales inició en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco (no invento nada, consta públicamente en los archivos y libros serios).

Hoy sabemos, gracias a diferentes crónicas periodísticas, de las cuales muchos autores y autoras han sido desaparecidos o asesinados, o violadas y asesinadas, que las fuerzas armadas respaldan y velan por los intereses del actual narcogobierno.

Pareciera que el primer requisito para pertenecer a las fuerzas armadas es la pobreza o pobreza extrema porque ¿dónde más puede conseguirse un sueldo mínimo de más de siete mil pesos al mes con primaria trunca? Sueldo que sólo puede ir creciendo si se aprenden a lamer las botas correctas. En este país ¿quién va a decirle que no a ese sueldo si se tiene familia que mantener?

Bonos, seguro de vida, vivienda, alimentación, ¿cómo no doblarse ante eso? Y si bien es cierto que ya dentro, el sueldo sólo puede ir creciendo, no es menos cierto que la educación no lo hará, o lo hará de una forma muy difícil e incluso manipulada a mal. De cultura ni hablar.

No hablo aquí del militar de academia, de ese que el Gobierno Federal tiene que tener correctamente sobornado para no armar un golpe de estado, el militar de academia bien que mal tiene otra formación, él, mínimamente, sabe leer y escribir. Y hasta el ejecutivo le tiene cierto miedo.

El mismo Estado ha creado las condiciones de pobreza extrema, marginación y falta de oportunidades para que más de uno opte por el camino de las armas como única salida, como medio de sobrevivencia, en todo caso sería la armada o el narco ¿la diferencia? Pareciera que al menos el narco tiene un poco más de sinceridad, se reconocen como lacras y rinden servicio a un único patrón, el militar no, él baila al son que le toquen, y si le toca defender, matar, torturar, amenazar o desaparecer a X o Y, va y lo hace, al final, tienen razón, sólo siguen órdenes.

Los marinos y soldados son los brazos musculosos y con pólvora del Estado, del actual Gobierno, y por actual habría que pensarlo desde el de Salinas o Zedillo (con el EZLN por poner un punto de partida, o mejor, con el de Echeverría y su bastarda Guerra Sucia) hasta la caricatura que hoy tenemos por presidente.

El político de ningún partido va a salir a golpear, amedrentar, amenazar o desaparecer a nadie de la población civil, ni su estatus se los permite, ni han entrenado para eso, y menos van a exponerse a que alguien los vea, para eso están las fuerzas armadas; si alguien, aún por equivocación atenta realmente contra los negocios políticos ya se sabe: 43 y contando…

El pasado 19 de septiembre un nuevo terremoto azotó al Distrito Federal (CDMX para los Manceristas) y de forma increíble la Sociedad Civil ha salido a las calles a salvar vidas, se ha organizado no sólo para hacer donaciones, sino para literalmente salvar vidas, ayudar a quienes lo perdieron todo, dar refugio a quien lo necesite. Personas “ricas” están ayudando a personas “pobres” sin pedirles la credencial de elector ni la cédula profesional o el último grado de estudios, y también los “pobres” están salvándole la vida a más de un “rico” sin pedir pal chesco, ni preguntando cuánto ganan. La Sociedad Civil, en cuestión de segundos, dejó de tener clases sociales, colores de piel, grados de estudio, estado civil, o cualquier otro distintivo. El chilango, simplemente, se hizo uno, se está tirando cables y echando la mano lo mismo con comida que con herramientas, trabajo, casa, transporte o lo que sea, la sociedad fue víctima de un desastre natural y la misma sociedad está organizándose para sobreponerse a la catástrofe.

La televisora que puso al actual presidente despliega toda su infraestructura para hacerle la mejor foto posible a los políticos que van y donan una caja de agua, a los que dan una palmadita a quien lo perdió todo, a quien hace la promesa pública de ayudar. La Sociedad Civil, si bien está documentando parte de la catástrofe en redes sociales (lo cual incluye denunciar los robos y arbitrariedades del Gobierno en cualquiera de sus cuerpos), la gran mayoría está más preocupada por ir a los centros de acopio, por ir y quitar piedras y escombros para ver si aún se puede salvar con vida a alguien, es la Sociedad Civil la que está recaudando picos, palas, discos de corte, sierras, comida, agua, etc.

¿Y las grandes trasnacionales a quienes el Gobierno les condona impuestos, que han donado? ¿Y el Gobierno? El Estado desplegó a las fuerzas armadas, mucho después de que la Sociedad Civil se organizara y salvara miles de vidas de las que ni Televisa ni TV Azteca van a hablar. “El miedo no anda en burro” dicen, el miedo del Gobierno no es gratuito, vale más perder votantes ahora que dejarlos seguirse salvando. Si bien es cierto que las fuerzas armadas han salvado vidas, sobre todo las fuerzas caninas, no es menos cierto que los militares están comenzando ya la rapiña y el saqueo, son ellos los que están viendo qué sacar de los edificios a punto de caerse, o de los cadáveres que trasladan. Son ellos los que están evitando que la Sociedad Civil lleve la ayuda recolectada a centros de acopio Civiles, están interceptando la ayuda para llevarla a los centros gubernamentales, donde está siendo embolsada con la respectiva marca partidista que negociará o venderá la ayuda. PRI, PAN, PRD, etc… la única diferencia es el color y las siglas, todos están velando por su interés y por apaciguar a la Sociedad Civil; los soldados y marinos sólo reciben órdenes de la patria que tienen en turno.

Si bien la población tiene miedo (tenemos miedo) de otro temblor, de todos los daños que causó éste y de los horrores que aún no acaban, es evidente que el Gobierno tiene miedo ¿qué pasaría si todos los que hoy están unidos se unieran también para sacar a diputados, senadores, alcaldes, y cualquier funcionario público corrupto e incompetente? ¿Qué pasaría si todos los hoy solidarios por fin demostraran unánimemente su parecer en las elecciones? ¿Si nadie, ni uno solo de todos los que hoy están trabajando desinteresadamente, dejara comprar su voto por doscientos pesos, el bulto de cemento o la despensa en turno? El temblor de 1985 y el del 2017 estremecieron  al DF, pero la reacción de la gente está haciendo que el Gobierno se estremezca de verdadero miedo.

Así como el soldado y el marino están armados y respaldados por el Estado, porque es a los políticos a quien juran servir y no al pueblo, el político está confiado en ser eterno intocable por su fuero y la magna impunidad que rige actualmente, los primeros sólo siguen órdenes de los segundos, los segundos, son conscientes de la fuerza que la Sociedad Civil, pese a todo, tiene, y harán todo lo posible porque esa fuerza desaparezca lo antes posible.


A diferencia de la patria del político y del que milita en las fuerzas armadas, la patria del Ciudadano no es chaquetera, y todo ciudadano, incluyendo el naturalizado (sino es que él primero), tienen bien claro que la patria, más allá de un spot publicitario, de un fuero y de la manipulada historia patriotera, se llama y es México, y es por ella, y por la vida misma que la gente sin partido y sin nómina gubernamental está dejando todo en la calle. 

Pareciera que hay esperanza de un mañana mejor... de una patria no militar, ni gubernamental, sino (re)construida por los que hoy no ganan nada y lo dan todo. 



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