9 de octubre de 2017

S19

Los políticos sabían que todos los edificios que colapsaron con aquel sismo habían sido hechos por empresas fantasmas o por empresas de ellos, el negocio inmobiliario les resultó no sólo una excelente forma de lavar su dinero, sino de hacer más. En su momento comprar todos los permisos les fue fácil, primero lo hacían “por las buenas” le ofrecían una fuerte cantidad a la persona responsable de expedirlos, si por alguna razón, incomprensible a los ojos del corrupto, la persona de aquella dependencia por ética profesional negaba los permisos necesarios, entonces escalaban el soborno no sólo para conseguirlo, sino para que también aquel sujeto que jugaba al honesto tuviera su respectiva reprimenda y agilizara todos los tramites hasta remitir el papel necesario.

– Es que señor, en verdad, si ese edifico se construye así puede caerse en cualquier momento, cualquier ingeniero de primer año lo sabe.

– ¿Y a ti qué cabrón? ¿Qué no sabes que business for business? Ahorita mismo le das todo al diputado, lo que te pida, o te me vas a la chingada.

Así que no quedaba más, la parte del dinero que pudo haberse utilizado en cimientos, materiales adecuados, planos bien hechos, compra de terrenos propios para construir, era regado por miles para conseguir los papeles y estar “dentro de la ley”, no fuera a ser que les pararan la obra, o peor: no pudieran vender al precio que querían por no tener todos los documentos en regla.

– ¿Y si alguien de su familia viviera ahí Inge? En serio, quieren construir  un edifico de diez pisos sin cimientos para uno de tres, y con los materiales que quieren usareso es una tumba gigante.

Cuando definitivamente el responsable no cedía a agilizar los permisos, a falsificarlos institucionalmente, simplemente era despedido por cualquier razón, subían a otro que quisiera dinero fácil y todos contentos. Como fuera, “los jefes” nunca se manchaban las manos de forma directa, tenían bien claro que eran los subordinados responsables de aquello quienes debían de firmar todo por si en algún momento hubiese un  problema.

Para construir edificios gubernamentales, algún puente o carretera, era igual, lanzaban las licitaciones previamente vendidas, si la empresa que levantaría la obra no era la de ellos la repartición de aquello ya estaba acordada de antemano. Con lo que quedaba del dinero repartido sólo se podían construían obras de la peor calidad, pero al final ahí estaban, y fuera la obra que fuera era inaugurada con bombo y platillo.

Cuando el sismo del 19 de septiembre del 2017 ocurrió, todas las obras que habían sido construidas con permisos falsos y licitaciones vendidas se cayeron: puentes, carreteras, edificios, escuelas, unicidades habitacionales enteras donde el departamentito más económico de treinta y ocho o cuarenta metros cuadros y con un cuarto tenía el precio de casi un millón, obra que en realidad no había costado ni los cien mil pesos.

Los políticos sabían que de alguna u otra forma, directa o indirectamente, estaban relacionados con todas esas obras, así que lo primero que hicieron fue declarar públicamente que la base de datos de Seduvi, organismo que fuera el responsable final en el registro  de construcción en cuanto a permisos y reglamentación, había desaparecido; se borró por el sismo, dijeron.

Aquello los liberaba de cualquier compromiso legal, ni siquiera se arriesgaron a borrarla realmente, sólo lo declararon, eso bastó para que ya no corrieran riesgos y sus amigos tampoco. Pero ahora había que hacer algo más si querían que el negocio no decayera, las muertes eran lo de menos, pero si por eso ya no podrían seguir haciendo negocio en el ramo inmobiliario y de construcción ¿dónde más podrían lavar su dinero y multiplicarlo a manos llenas a la vez? 

La cosa se salió de control, mientras algunos diputados y senadores que tenían este problema estaban preocupados por cómo solucionarlo, otros, los que tenían aspiraciones políticas más altas, al igual que presidentes municipales, alcaldes, regidores, delegados, secretarios o jefes de algún órgano, y que ya habían seguido el ejemplo del partido desviando todos los recursos posibles, no sólo económicos, sino de las donaciones en especie, con ayuda del ejército y la marina, estaban también preocupados por las fotos y videos donde se les veía haciendo aquello. Sacrificar personas de las fuerzas armadas era lo de menos, para eso estaban desde siempre: desaparecer y matar estudiantes, periodistas o a quienes se les ordenara, ahora era lo mismo, sólo que en un escenario distinto. Además ellos, los “listos” ya hacían también su pequeño botín saqueando comercios y casas.

– Aquí el problema es que la realidad se nos vino encima literalmente. Las fotos de los muertos, de los robos, de los saqueos… La gente ahora sí no nos la va a perdonar. –Decían muchos de los diputados, o senadores, o politiquillos.

Tenían razón en estar preocupados, aquel sismo dejó al descubierto total la inmensa corrupción, era cuestión de días, máximo meses, para que la impunidad de la que habían gozado por años se terminara.

– Aquí no va a pasar nada porque nada ha pasado –dijo uno de los Secretarios  con más carrera– No sé de qué se preocupan, ahorita es cuando hay que hacer negocio, no sean pendejos. Todos tienen a su disposición a gentes del DIF, o de sus delegaciones, a culeros de la marina o pendejos del ejército, que todo se haga como siempre, agarren todo, todo, pero todo. Todo se guarda y vamos etiquetando con el logo del partido, las votaciones están cerca y es momento de llenar las arcas. Hay que hincharnos, ahorita es cuando. Olvídense de andar repartiendo gorras y playeritas, todos los muertos de hambre que lo perdieron todo darán su voto por un bolillo duro, la democracia jamás ha sido tan redituable.

– Pero señor Secretario ¿y las fotos, y los videos?

– Los traidores a la patria, y la patria somos nosotros, que siguen sacando fotos y videos, todos son periodistas, entonces a todos trato de periodistas chingada madre, no sé de qué se asustan, llevamos desaparecidos… ¿cuántos mi Coronel?

Y así fue, la desaparición, sobre todo de jóvenes que seguían documentando y registrando el desvío de recursos comenzó a los pocos días. Algunos alcanzaban a subir lo tomado a redes sociales pero igual aparecían muertos días después. Otros, increíblemente, lograban compartir su localización en Campo Marte o en alguna zona militar, pocos fueron los que lograron, de alguna increíble manera, transmitir las torturas a las que se les sometía “por traidores a la patria”. Después llegamos a pensar que eso era más bien grabado por los mismos soldados.

Aquello despertó la indignación, pero como siempre, pudo  más el miedo,  antes de cumplirse el medio año de aquel sismo ya casi nadie hablaba de los víveres que el gobierno había robado con ayuda de las fuerzas armadas; y con toda la ayuda se hizo lo mismo: herramientas, casas de campaña, ropa, todo, todo lo que incautaron fue repartido en el periodo de campañas.

Pero la gente recibía aquello, por primera vez, más con miedo que con ingenuidad o ganas de votar. Ya no era el “mito” de la Guerra Sucia donde la gente era aventada al mar desde los helicópteros del ejército, donde se hubieran quemado y desaparecido poblados enteros, no eran estudiantes procomunistas o prosocialistas asesinados en plazas públicas, ni siquiera eran los indígenas masacrados brutalmente. Eran los videos en pleno siglo XXI donde se veía cómo el Estado desollaba vivos a jóvenes y niños, cómo violaba a hombres y mujeres por haber cuestionado, así qué, mejor recibir sin cara  aquellas cosas con olor a muerte, las que nunca llegaron a quienes les hubiera salvado la vida ¿para qué exponerse?

– La gente tiene miedo, y el problema es que el miedo se transmite.

– Eso es bueno, así hemos gobernado siempre –Decía el cada vez más radiante Secretario.

– Sí, pero ahora es distinto, el 19 de septiembre sigue presente, todo: los derrumbes, los muertos, todo lo que robamos.

– Nosotros no robamos nada, nada se cayó, nunca pasó nada el 19 de septiembre del 2017.

– ¿Cómo?

Aquel secretario, futuro presidente tricolor, lo tenía bien claro.  El ejército recibió órdenes de dejar de desaparecer personas, finalmente eran votantes. Las gente recobró un poco de valor y comenzó a dar un segundo aire a la indignidad, volvieron a subirse las fotos y videos; es lo que el Secretario había previsto.

Él fue quien creo un nuevo Ejército de Bots como nunca nadie antes lo había imaginado, esta vez no eran chicos sin estudios dispuestos a lamer las botas necesarias para obtener cualquier puestecito, el Secretario reclutó a los mejores y más mercenarios psicólogos, pedagogos, sociólogos, y hasta historiadores, muchos de ellos graduados en las mejores universidades extranjeras para que, trabajando junto con diseñadores y realizadores brillantes, con un discurso firme y “congruente”, pudieran desmentir esas fotos y videos, Más que banear cualquier video o foto de los edificios que sepultaron gente viva, o de los robos del ejército y la marina, o de todos los muertos, la táctica era desmentirlos, subir fotos editadas que demostraran que ese día, esos días, nada había ocurrido, para al final convencer que la foto editada era la de los que denunciaban y no la de los Bots. Increíblemente, aún las personas que habían vivido aquello, al final se sumaban a las voces que decían que nada había pasado en esos días, lo creían de verdad, los habían convencido.

Ese mismo Ejército sirvió después a otros fines, todos los políticos, pudieron seguir secuestrando, violando, tratando blancas, robando y asesinando incluso mientras sonreían a la cámara, el Ejército del Secretario entraba en cuanto el video estaba al aire, colgado en la red, y era al final desmentido públicamente con el video o fotos que ellos habían prefabricado.

Increíblemente la gente llegó a convencerse de que aquel 19 de septiembre del 2017 y sus días posteriores habían sido tan normales como cualquier otro día. Cuando hablaban de familiares muertos por aquellas fechas estaban convencidos que fue por algún accidente o por enfermedad. Los mismos jóvenes y todas las personas que en aquellas fechas hubieran salvado más de una vida se convencieron paulatinamente que nada había ocurrido, además las fotos en la red, las que el Ejército de Bots había incrustado para ser las únicas como verdaderas,  así lo demostraban.

Los periódicos tal y como los conocíamos entonces, imposibles de ser alterados, fueron suprimidos por el Estado, se prohibió que se publicaran ediciones impresas, sólo podían hacer pública una versión en línea previamente autorizada por Gobernación. Si algún blog o periódico independiente subía información real era atacada en cuestión de segundos por el Ejercito Boot.

Las personas que lograron rescatar algunos periódicos de aquella fecha, y de otras, del incendio que el Gobierno convoco y nombro “Fuego Patrio” fueron guardados por sus dueños de la manera más celosa posible, algunos incluso, confiando en la privacidad de los bancos preferimos resguardar nuestras ediciones en las cajas de estos.

Una vez más Gutenberg nos dio una esperanza, fueron varias las ediciones físicas que logramos publicar de forma clandestina. Sin embargo aunque el Ejército Boot es hoy la mejor arma de todo el Estado ni los marinos ni los soldados han desaparecido, cualquier imprenta que logran encontrar es destruida hasta hacerla ceniza, afortunadamente todos los que hemos estado involucrados en esas ediciones hemos podido escapar con vida.

Hace un par de semanas la ejecutiva del banco donde resguardaba todos mis periódicos me llamó de forma privada, han pasado los años y hasta ahora los servicios de inteligencia han pensado en ir a buscar donde muchos pensamos no entrarían. Al día siguiente fui a sacarlos, afortunadamente las apariencias siempre engañan y todos en el banco pensaron que estaba sacando la fortuna que ahorré en vida, quizá no estén equivocados.

He ojeado cada periódico, las hojas ya están amarillas, las fotos que en internet se catalogan como fake son las mismas que están aquí impresas. Aquello fue real, lo juro, hubo muerte, hambre y mucha desesperación.

Tengo periódicos que hablan no sólo de aquel terremoto, sino de la desaparición de estudiantes que el Gobierno realizó, las violaciones y asesinatos que el ejército y la marina hacían. Están las fotos, los testimonios y las crónicas de todo lo que el Gobierno nos ha hecho, y en la red se dice que todo ha sido falso, las fotos y videos que suben “demuestran” que nunca ha ocurrido nada.

En verdad, no miento, en aquellos años, en el sismo del 19 de septiembre del 2017, la televisora que impuso al entonces presidente, quiso distraer a todo el pueblo de la tragedia inventando una niña, mientras friccionaban el rescate de una menor que nunca existió la marina y ejercito dejó morir a otros niños y adultos reales, incluso llegaron a prohibir que la gente ayudara. Luego, cuando la farsa se supo, reencausaron la atención a una perrita, la niña falsa la nombraron Frida Sofía, a la perrita rescatista le quitaron el segundo nombre, así de faltos de imaginación andaban, luego el pobre animal fue el foco televisivo. Por eso el Ejercito Bot los superó en todo.

Creo que somos pocos los que aún tenemos memoria en este país. Mejor los otros países nos recuerdan de vez en cuando todo lo que hemos sufrido, pero ese maldito Ejercito de Bots logra que el patrioterismo surja en cuestión de minutos en la red y son los mismo mexicanos, el pueblo entero, quienes salen a decir que eso que subieron ya sea desde Francia, desde Inglaterra, España, Chile, Argentina, no importa el país que quiera quitarnos el alzhéimer, es falso, que mienten, que en México siempre ha habido paz, nunca hambre, nunca injusticia, ni muertes, ni desapariciones. Los políticos supieron capitalizar bien nuestros traumas nacionales “¿porque un extranjero va a venir a enseñarme?”

Haber dejado todos estos periódicos en suelo mexicano era condenarlos y condenarme. Cuando pasé por los rayos equis del aeropuerto y los jóvenes oficiales vieron los diarios dentro de las maletas no supieron qué eran, los miraron con extrañeza sí, pero ni siquiera preguntaron. Pensé que sería más difícil y peligroso sacarlos. Mi única esperanza es que algún día, alguien, de alguna forma, recupere la memoria y pueda ayudar a los demás a recuperarla.

Estoy seguro que en cuanto pasen unos segundos de que suba esto a la red el Ejército de Bots atacará y ustedes, mexicanos, como desde hace muchos años, suscribirán a ellos y  dirán que todo lo narrado aquí es falso.

Por la geolocalización pueden ver que publico esto desde otro país, he entregado a la embajada de éste todos los periódicos que pude rescatar así como todas las ediciones impresas que logramos editar antes de que el Estado mandara a desaparecerlas, aquí pueden encontrar la verdad histórica que nuestro gobierno mexicano ha tomado tanto esmero en borrar.

Así es, hoy no estoy en México, me encuentro a salvo, este año se conmemoraba el terremoto del 19 de septiembre de 1985: “el único terremoto en la historia de la ciudad” pero he visto que el día de ayer, cuarenta y cuatro años después de aquel terremoto del 2017 (que sí existió) un nuevo sismo los ha vuelto a destruir. La corrupción, la impunidad y todos los crímenes de Estado no sólo no desparecieron en aquel entonces, sino que aumentaron y comenzaron hasta a ser respaldados por la población. El problema es que así como en aquel año la gente despertó y luego el Gobierno, usando todos los medios y recursos posibles, logró llevarla a un letargo terrorífico, no sólo a los que vieron caer edificios sobre sus cabezas y sobrevivieron, sino a las generaciones posteriores, estoy seguro que a pesar del número de muertos que hoy hay en mi país nada cambiará para bien a menos que la memoria histórica logre recuperarse, a menos que el miedo que el Gobierno instaurará a través de todos sus brazos logre vencerse. A menos que la gente se dé cuenta, por fin, que ese Gobierno es una de las peores dictaduras en la historia de la humanidad.

No es un sismo, o tsunami, ni ningún desastre de la naturaleza lo que acabe con el país, es su clase política quien hará que desaparezca, son sus políticos quienes desde siempre lo han venido desmembrando, y hasta que el día en que el pueblo se canse, ellos seguirán apilando los cadáveres de quienes, por educación, prefieren morir sin luchar. 

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