6 de agosto de 2011

NI CONTIGO, NI SIN TI

a mi Madre y mi Padre

 PERSONAJES:
 -       GRISELL: Bruja solterona, desesperada por casarse
 -       CUC: Amiga de Grisell. Casada.
 -       MARÍA: Mortal a punto de casarse.
 -       MARIBEL: Amiga de María. Casada.
 -       EDUARDO: Esposo de Maribel.
 -       LALITO: Hijo de Maribel.


PRIMER ACTO

Fondo negro. Semi oscuro. Un caldero en proscenio, donde Grisell hará su pócima.

GRISELL.- Ahora bien, crearé al hombre perfecto: fiel, sobrio, inteligente, responsable (comienza a echar hierbas y polvos al caldero) Fracasé en la alquimia, no pude encontrar la piedra filosofal, ni el secreto de la vida eterna, pero ahora no voy a fallar, lo voy a lograr (haciendo el conjuro) Patas de rana, ojos de sapo, boca de la mantis. Si logro esto, seré recordada y reconocida  por generaciones y generaciones. Ya lo imagino, casi lo puedo oír ¿Recuerdas a aquella bruja, a la que nadie quería, con la que nadie quería casarse? ¿Recuerdan a Grisell, a la que creó al  hombre perfecto? (ríe) Muy bien, si todo sale de acuerdo al plan, el último ingrediente es este. Ahora  sólo tengo que agitar, dejar que hierva, vaciarlo en el molde y dejarlo reposar diez mil años para que cuaje (ríe). Soy  la mejor bruja que ha existido; esto es mejor que crear dragones  mata  princesas. Será  perfectamente domesticable, obediente. No será exigente, ni sarcástico y lo más importante, ya no voy a estar solita en las  noches.

CUC.- (entrando a escena) ¿Y ahora con qué poción estas experimentando Grisell? No me digas que otra vez andas con eso de “obtenga placer a través de pócimas”


GRISELL.- No digas tonterías Cuc, no, no estoy experimentando con esa poción. (Ap.) Es un fraude. Además una bruja de mi categoría nunca trataría de obtener placeres carnales de tal  manera.

CUC.- No… Con eso de que nadie te pela. Andas desesperada y eres capaz de hacer cualquier cosa con tal de...

GRISELL.- Mira, mejor cállate y ayúdame a vaciar esto en el molde que tengo  aquí atrás.

CUC.- Bueno (salen con el caldero. Regresan con las manos vacías) Oye, ese  molde tenía una forma muy rara ¿qué es? ¿Qué animal vas a crear ahora?

GRISELL.- Ningún animal, voy a crear un esposo.

CUC.- ¿Esposo? (reír sinceramente)

GRISELL.- Yo no le veo lo gracioso.

CUC.- ¿Qué, es en serio?

GRISELL.- Claro que es en serio.

CUC.- Te digo, ay  Grisell  pero de veras que  tu andas...

GRISELL.- Lo que tú tienes es envidia Cuc, porque yo ya me voy a casar, sólo es cosa de esperar diez mil años a que mi animal, digo, mi esposo cuaje y listo, boda segura.

CUC. - Ay Grisell, ay Grisell...

GRISELL.- Ay qué, ay qué. A ti ya se te pasó el tren, solterona, estas celosa de mi.

CUC.-No digas tonterías Grisell.

GRISELL.-Imagínate: el vestido blanco, el ramo, la iglesia adornada con azahares, la ceremonia, las invitaciones, la carroza....

CUC.- Fúnebre.

GRISELL.-  La  luna  de  miel. Que  emoción, ay  qué  lindo. Vivir  juntos, en  pareja, dormir  juntos, comer  juntos, despertar  juntitos. Ay qué  lindo, que  lindo... que emoción.

CUC.- ¿Ya acabaste? En primer lugar, no estoy celosa y en segundo  lugar te  recuerdo que no soy ninguna solterona, ya estoy casada.

GRISELL.- Ahí está, entonces ¿en qué te afecta que me case?

CUC.- A mí en nada, a la que le va a afectar y bastante, va a ser a ti.

GRISELL.- ¿A mi? A mí no. A además has de saber que acabo de crear al hombre perfecto.

CUC.- Que buen chiste, el hombre perfecto, sí como no. Mira Grisell, según veo las cosas lo que pasa es que tu estas desesperada por casarte y por...

GRISELL.- No, no es cierto. Le he dicho que no a muchos. Muchos me han rogado, muchos me han suplicado “cásate conmigo brujita de mi alma” Pero yo, no me voy con cualquiera. Oportunidades no me han faltado

CUC.- Aja, mira, ya hablando en serio...

GRISELL.- No quiero oírte más, me voy, estoy muy cansada, trabajé muchos días en esto, ahora merezco un descanso.

CUC.- Si de verdad  te quieres casar, mejor no te duermas, se te va a ir.  Así como se fueron los últimos ochocientos noventa y siete millones de brujos, y  los nueve mil ochocientos tres mortales.

GRISELL.- ¡Cállate! Este no se me va. Además hasta dentro de diez mil años va  estar listo, así que no hay problema, nos vemos luego. Solterona.

CUC.- Que no soy solterona. ¡Urgida!

(OBSCURO)
  


SEGUNDO ACTO

Época actual. La sala del departamento de María.

MARÍA.- El vestido blanco, el ramo, la iglesia adornada con azahares, la ceremonia, las invitaciones, la carroza, la luna de  miel. Que emoción, ay qué  lindo. Vivir juntos, en pareja, dormir juntos, comer juntos, despertar juntitos. Ay que lindo, que lindo... que emoción (tocan a la puerta)

MARIBEL.- Hola María, ya me enteré. ¿Y qué paso?  ¿Cuándo es el  suicidio? Digo... la boda.

MARÍA.- Ay manita vieras, estoy tan contenta. Nos casamos el cinco de  febrero.

MARIBEL.- Te juro que nunca vas a olvidar ese día en tu vida, nunca...

MARÍA.- ¿Verdad que no?

MARIBEL.- No, de verdad que no... ¿Y  cuándo te propuso matrimonio?  A ver la sortija ¡ah! porque eso  sí, con el trabajito que se carga  y con lo que  gana, al menos tuvo que darte un buen anillo.

MARÍA.- Claro que me dio un buen  anillo. Me quiere mucho ¡me ama!  Ve que anillo me dio, ve nada más.

MARIBEL.- ¡Madre mía! Eso si es una sortija de compromiso, no que pinche  Eduardo, mira el mugre anillo que me dio (le  enseña un mecate en su dedo anular): ¿Te quieres casar conmigo Maribel? Y ahí voy yo de pendeja. Tanto que ni en el  anillo me fijé, triste mecate.

MARÍA.- Ay no hables así, además el que tu anillo sea de un  material  tan  folklórico y no tan lujoso y bello como el  mío, demuestra  mucha  sensibilidad  de parte de Eduardo, un detalle muy original, en  mi opinión.

MARIBEL.- Aja... muy  original...

MARÍA.- Si vieras: estábamos ahí sentados, frente a frente,
                               no podía faltarnos la luna 
                               y hablamos de todo un poco 
                               y todo nos causaba  risa como a dos locos...

MARIBEL.- Cálmate tu...

MARÍA.- Ay perdón Maribel, pero es que estoy tan contenta. Te decía, estábamos  sentados, viendo la luna, acabábamos de cenar. Me llevó a un restaurant  muy elegante, pedimos champaña para  brindar; yo  le  pregunté,  ¿por qué  brindábamos? Y él me respondía: por el futuro mi vida, por el futuro que nos espera...

MARIBEL.- ¿Y luego?

MARÍA.- Luego, acabada la cena, me llevó al jardín trasero y ahí  me lo pidió...

MARIBEL.- Estando en un jardín trasero, solos, en la noche, segurito que no nada más te pidió matrimonio...

MARÍA.- Ay  Maribel.

MARIBEL.- Bueno, bueno, y luego, ¿Qué  más?

MARÍA.- Pues nada más, me dijo que si me casaba  con él y yo le dije que  sí.
MARIBEL.- ¿Así, sin mayor pena ni gloria? Te  hubieras hecho  del rogar aunque sea una semana.

MARÍA.- Ay Maribel, es que estaba tan emocionada, y es que lo amo tanto.  Nacimos el uno para el otro, nos amamos  tanto.

MARIBEL.- No te preocupes eso se quita con el tiempo.

MARÍA.- Y  bueno, nos casamos  el cinco de febrero, ya le avisamos  a  todos nuestros familiares, amigos y conocidos. Más de cuatro años de novios Maribel, más de cuatro años.

MARIBEL.- Te hubieras quedado así, otros añitos, unos veinte o treinta ¿Por qué  tenían que  arruinarlo  todo casándose?

MARÍA.- No arruinamos  nada  Mari, no arruinamos nada. Lo único que  hicimos fue cosechar el futuro de nuestra felicidad, nuestra felicidad eterna y  juntos. Quedas invitada formalmente a la boda, aquí está tu invitación. La  ceremonia es en la iglesia de San  Bartolo.

MARIBEL.- (Ap.) Bartola tú mamacita, bartola tú. Bueno María, me dio  gusto verte. Te hablo en la semana, para vernos una última vez. Quiero recordarte así: libre, jovial, sin amarguras, ni  penas... libre.

MARÍA.- Maribel, estoy tan contenta, pero tan contenta.

MARIBEL.- Disfrútalo mientras dure, porque después del  “si” nada es igual, créeme.

MARÍA.- Ya Maribel, hablas como si en tu matrimonio te fuera muy mal.

MARIBEL.- Me va María, me va.

MARÍA.- Ya va a ser medio día, quedé de verme con Rubén a las doce y  media. Vámonos, por ahí te encamino.

MARIBEL.- Bueno... (salen las dos e inmediatamente Maribel lanza un grito desgarrador. Regresan a escena, Maribel empujando a María, suplicándole casi de rodillas) ¡No!  No lo  hagas  María, piénsalo un poco, tienes un futuro por  delante, eres mi mejor amiga, yo te quiero mucho. No te cases María no...

MARÍA.- Maribel, tranquilízate, no me voy a suicidar, sólo me voy a casar.

MARIBEL.- Por eso. Eres joven, puedes rehacer tu vida en otro país; yo te  ayudo. Déjalo plantado, estas a tiempo, salva tu vida María, salva tu vida...

MARÍA.- Maribel no seas tan dramática. Tan  exagerada como siempre.

MARIBEL.- (de desesperada esquizofrenia, a digna orgullosa) Está bien María, pero no digas que no te lo advertí, no vengas a  mi casa de madrugada pidiendo ayuda. Que te de techo y consuelo porque ya no aguantas al pendejo de tu marido. Yo te lo advertí (sale)

MARÍA.- Esta Maribel, nada más porque ha tenido uno o dos problemitas en su  matrimonio y no ha sabido cómo solucionarlos no significa que a mí me vaya a  ir  de la patada. Además, nos amamos  tanto.

(OBSCURO)



TERCER ACTO

Un comedor. Casa de Maribel.

MARIBEL.- (que se encuentra sirviendo los platos en la mesa) Buenos días mi amor ¿Cómo amaneciste?

EDUARDO.- (Ap.) ¿Y tu como crees? Amanecí contigo otra vez... (a  María) Muy bien mi amor, muy bien, gracias por preguntar. Y tú cariño ¿cómo  dormiste?

MARIBEL.- (Ap.) Imbécil ¿Cómo quieres que duerma con tus pinches ronquidos de buey?... Muy bien cariñito, como un bebe, dormí de maravilla.

EDUARDO.- ¿Qué hiciste de desayunar mi vida? (Ap.) Si es que esa porquería que tragamos por las  mañanas se le puede llamar desayuno, gracias a Dios que no nos ha matado de una indigestión.

MARIBEL.- Te preparé unos hot-cakes con su mielecita y su mantequillita, como a ti te gustan corazón, además juguito fresco, recién hechecito, y tu  frutita; ya sabes que el desayuno es el alimento más importante del  día...

EDUARDO.- Por  eso  te  quiero  tanto  mi  amor. (Ap.) Algo quiere  esta, no da  de tragar así nada más porque si.

MARIBEL.- (gritándole) Lalito, ya vente a desayunar, se te va hacer tarde (Ap.) Apúrate pinche escuincle huevon, ya te pareces a tu padre, igual de holgazán.

LALITO.- (en off) Ya voy mamá.

EDUARDO.- (comiendo) Tenemos que imponerle reglas a ese niño, se está malacostumbrando  mucho.

MARIBEL.-Estoy contigo, tenemos que tener más disciplina con él.

LALITO.- Hola  mamá, hola papá (muy  bobo) ¡Buenos  días!

MARIBEL.- Hola, buenos días Lalito. Cómo amaneció mi futuro licenciado

EDUARDO.- ¿Licenciado? Futuro juez.

LALITO.- Huevos con jamón.

MARIBEL.- Que tierno, ahorita te los preparo (Ap.) ¿No es un angelito?

EDUARDO.- ¿Qué dice la escuela campeón?

LALITO.- Dos por dos son cuatro, cuatro y dos son... (comienza a contar  con los dedos de la mano)

MARIBEL.- No te esfuerces mucho corazón, todo a su tiempo.

EDUARDO.- Si es cierto, tu mami tiene razón, debes conocer tus límites.

MARIBEL.- Así es, todos tienen sus límites (Ap.) Tu padre por ejemplo se  volvió impotente muy joven.

LALITO.- Era Rodolfo el reno, que tenía la nariz...

MARIBEL.- Ay que tierno ¿Ya  viste?

EDUARDO.- Sí, todo un angelito, se parece tanto a su padre.

MARIBEL.- Si tu lo dices (Ap.) No pensé que lo conociera.

EDUARDO.- Y qué pasó ¿Cómo te fue  ayer con María?

MARIBEL.- Mal, siempre si se casa.

EDUARDO.- Híjole ¿Y qué?  No le dijiste nada, le hubieras advertido.

MARIBEL.- Ya le dije, le grite, casi, casi  le rogué “no te cases”  Pero ya ves, de  que una se apendeja y el otro igual...

EDUARDO.- Pues sí, eso que ni qué. Pero ¿Al menos el tipo tiene un buen trabajo?

MARIBEL.- Sí, es doctor, creo que tiene su consultorio particular y no sé qué  más. Gana bien, bastante bien.

EDUARDO.- ¿A si? ¿Y cómo sabes?

MARIBEL.- Pues es que María me lo dijo, y además, si vieras la sortija que le regaló.

EDUARDO.- ¿Qué? ¿Apoco estaba más bonita y original que la  mía?

MARIBEL.- Bonita... La de ella sí es sortija: un anillo con incrustaciones de diamantes y  chapa de oro de veinticuatro quilates.

EDUARDO.- No pues sí,  entonces sí gana bien el fulano ese.

MARIBEL.- Pues claro que gana bien. Pero aun así, ni el mejor sueldo del  mundo puede pagar la libertad que una les regala con los ojos cerrados.
EDUARDO.- Ay ya, no te quejes, que no te va tan  mal...

MARIBEL.- ¿No?  No... (le  avienta el anillo  de  mecate)

EDUARDO.- Bueno, bueno, me voy  a trabajar, no quiero llegar tarde. Nos  vemos en la  noche. Adiós chiquito precioso. De veras que se  parece tanto a su padre. (sale)

MARIBEL.- Yo insisto ¿Apoco lo conoce?

LALITO.- ¿Mamá?

MARIBEL.- ¿Que pasó hijito?

LALTO.- ¿Tú  crees en los reyes magos?

MARIBEL.- Claro...

LALITO.- ¿Y en santa, y en el ratón de los dientes y en el coco?

MARIBEL.- Claro que si Lalito

LALITO.-  ¿Y a poco también crees eso de que la  cigüeña me trajo y que papá de aquí se va al trabajo? Ay  mami...

(OBSCURO)



CUARTO ACTO

Misma decoración del Segundo Acto. Casa de María.

MARÍA.- Me  prometió la luna, las estrellas, el sol. Seremos tan felices.

MARIBEL.- Mira María, si te baja el sol te quemas, no seas pendeja.

MARÍA.- Ay Maribel, le quitas lo bonito. Nosotros sólo hablamos en abstracto.

MARIBEL.- Entonces sólo van a ser felices en abstracto.

MARÍA.- Estoy tan contenta. Ya no se me fue el  tren manita, ya no se me fue.

MARIBEL.- Pero estas a tiempo de que se te vaya. Es mejor eso, en vez de que te arrolle.

MARÍA.- Vamos a pasar la luna de miel en...

MARIBEL.- Ni me digas, ni me digas. Ya sé dónde van a pasar la luna de miel.

MARÍA.- ¿Cómo sabes, qué él te dijo algo?

MARIBEL.- No, ni  falta hace.

MARÍA.- Cada que lo  veo me enamoro  más de  él. Y es que es siempre  tan  formal, todo un  caballero: zapatos bien boleados, corbata, su camisa  nunca  tiene  arrugas  y  además  siempre  esta de  traje; nunca lo he visto sin traje.

MARIBEL.- ¿Nunca  María?

MARÍA.- Es el hombre perfecto, no hay ninguno como él, no tiene defectos.

MARIBEL.- Aja ¿Y ya hiciste tu cartita para los reyes?

MARÍA.- ¿Eduardo toma verdad?

MARIBEL.- Igual que todos los hombres María. Y es borracho de ligas mayores al igual que todos los esposos.

MARÍA.- No, Rubén no toma.

MARIBEL.- Porque todavía no se han casado, espérate que vivan juntos, que  sea tu esposo y vas a ver si no.

MARÍA.- No, Rubén no, podrá echarse un whisky o una copita coñac de vez en cuando, pero nada  más.

MARIBEL.- Pérate tantito y vas a ver como al rato hasta tiner va a andar  tomando el desgraciado. Ay María, vas a vivir cada cosa.

MARÍA.-  Sí, vamos a pasar adversidades en nuestro matrimonio pero no me  importa, porque siempre voy  a estar con él, y  él siempre va a estar conmigo, siempre  vamos  a estar  juntos.

MARIBEL.- Eso si no se va con la otra y te deja sola.

MARÍA.- ¿La  otra?

MARIBEL.- Pues claro. ¿O a poco crees que  los  sábado  se  trabaja  todo el día y los domingos  hasta  tarde? Ay  María, ay  María. Bueno  ni  hablar.  Mañana  te casas ¿no?
MARÍA.- Sí, y... sigo firme. Además  Maribel, si algo saliera  mal o las  cosas no  marcharan bien, siempre está el divorcio, no es  la  mejor salida,  pero es una  opción muy viable en caso de que las cosas no funcionen. Cosa que entre  Rubén y yo no va a suceder, porque nos amamos profundamente.

MARIBEL.- Aja, el divorcio, aja, si como no.

MARÍA.- ¿Qué?

MARIBEL.- María, en cuanto una se casa ya no hay  salida. Después de que  los dos digan “si”, vas a conocer tu peor pesadilla y tu tan anhelado sueño. Porque cuando vives en pareja, casados,  la relación de  amor y armonía  y  todas esas  cursilería que te andas  inventando  se  convierten en  una  relación  de  ni  contigo  ni  sin  ti.

MARÍA.- ¿Cómo?

MARIBEL.- Pues sí, después de algún tiempo es: No quiero  vivir  contigo  pero  tampoco lejos de ti, no quiero acostarme contigo pero no quiero que duermas en  otra cama, no quiero saber más de ti ni vivir contigo, pero ahí anda uno encima del otro, como chicles pegados. Por eso te digo María, no la riegues, no te cases.

MARÍA.- Lo que tú quieres es asustarme... y la verdad lo estas logrando. Mejor  te veo mañana en la boda.

MARIBEL.- Bueno, como tú quieras, es tu vida, tu libertad, la  mía ya la  jodí, ahora te toca a ti, que conste que te advertí  María. Si por cada vez que  Eduardo y yo nos andamos divorciando nos dieran diez  mugres pesos, ya seríamos ricos. (sale)

MARÍA.- Ya me estresó, pero no, Rubén no  toma, me es  fiel, es el  hombre  ideal, al menos para  mí  lo es, y nos  amamos  tanto. Mañana es el día, mañana  se  comienza  a escribir una  nueva  historia. Mañana nacerá una nueva  María. Ahora seré esposa, una buena esposa y posteriormente una buena madre, tierna y responsable con sus hijos. Ya  me  veo esperando a Rubén, ahí en la cocina con la  cena  lista, la casa recogida, y  viendo mi telenovela. Platicando de nuestros días para luego ir a dormir y a la mañana  siguiente comenzar el día  juntos. No cabe duda, la vida de casada que me espera será  fantástica, no me puedo arrepentir. (En cuanto sale, se comienza a oír la marcha nupcial y  finalmente el “acepto”)

(OBSCURO)



QUINTO ACTO

Fondo negro; misma estenografía del primer acto

GRISELL.- No lo encuentro Cuc, ya hasta puse una descripción y nada.

CUC.- ¿Lo buscaste bien? ¿A ver la descripción?

GRISELL.- Ten (le da un cartel)

CUC.- Se busca al hombre perfecto, tiene el nombre de Rubén. Bien vestido, respetuoso, apuesto, con deseos de casarse conmigo. Desapareció de su molde. Grisell, dime que soy la única que ha leído esto.

GRISELL.- Tú y otros ochenta millones de brujos y  nueve millones de mortales.

CUC.- ¡Ay! ¿Por qué Grisell? Oye, por pura curiosidad ¿Dónde buscaste al tal Rubén?

GRISELL.- ¿Cómo dónde? Pues en los lugares que de seguro va a estar, en los que más frecuenta.

CUC.- ¿Y según tú, cuáles son esos lugares?

GRISELL.- Pues: la iglesia, la biblioteca, el orfanato, los parques y...

CUC.- Ay no mames, de veras que si eres bien... Si enserio quieres encontrar a un hombre tienes que buscarlo en los bares, en las cantinas, en los burdeles, en los table-dance, en los prostíbulos, hoteles de segunda ¿entiendes? Búscalo por ahí y segurito lo encuentras.

GRISELL.- No, Rubén no es de ese tipo de hombres.

CUC.- Todos los hombres son iguales ¿Por qué carajos no lo entiendes?  Es más, estoy segura que ese tal Rubén ya se te escapó. Igual y ya hasta se casó.

GRISELL.- ¡Rubén no se puede casar con otra que no sea yo!

CUC.- Mira, mejor vamos a seguir buscando. Y por favor, ya no pegues esto.

GRISELL.- ¿Oye? Y si lo encuentro ¿Qué hago?

CUC.- Échate a correr, que no te alcance. (reacción de Grisell) ¿Qué, tu preguntaste?

GRISELL.- Lo tengo que encontrar, me tengo que casar. Este no se me va.

(OBSCURO)



SEXTO ACTO

Casa de María, quien aparece andrajosa, escoba  en  mano, mandil  mal  puesto, plumero  en  la  otra  mano, sandalias, despeinada, etc. Esta  imagen de  María  no  tiene  nada que  ver  con  la  anterior, es  todo  lo  opuesto.

MARÍA.- Tres meses, tres meses tengo de haberme arrejuntado con éste desgraciado y... ¡Ya  no  lo  aguanto! Ya  no lo aguanto, estoy hasta  la  madre de este cabrón. ¿Qué  hice? ¿Qué  hice Dios mío? ¿Qué hice?  Yo que era tan feliz, libre, siempre estaba contenta, viviendo solita, comiendo solita, durmiendo solita. No que este cabrón, si vieran, si vieran nomás. Me tiene todo el día aquí  encerrada, haciendo el quehacer como si  yo fuera su gata. Se va a  trabajar  todo el día, pero en cuanto llega, al señor hay que atenderlo como rey: que sus  pantuflitas, que su tele, que su refresquito y su cerveza, eso sí, bien fría. Y en  la cama... la cama es lo peor, una de dos: o no se me quita de encima, o se pasa toda la mugre noche con sus ronquidos; o sea que ni de una ni de otra se  puede dormir a gusto. (se tropieza con la escoba) ¡Ah! ¡Me lleva la...!  ¡Piche  escoba!  Fíjate por donde barres, ya me pegaste otra vez babosa. Y ni crean que horita esta en el trabajo, no, lleva cuatro días que no va al consultorio, porque el señor lleva cuatro días como pez: en el agua, bebe y bebe ¿Por qué me case? ¿Por qué me case? ¿Por qué nadie me advirtió?

MARIBEL.- (que entró segundos antes) No te hagas, yo bien que te dije. Que  te hicieras de oídos sordos es tu bronca. Además no sé de qué te quejas, es la primera borrachera ¿no?

MARÍA.- ¿Cómo que la primera?

MARIBEL.- Pues sí, es la primera vez que te hace esto en tres meses. Y según se, todavía no te ha puesto los cuernos.

MARÍA.- ¿Eh?

MARIBEL.- Si, Eduardo cada que anda de pescadito le entra lo hot-dog  y...

MARÍA.- ¡Ya! Ya no me cuentes nada Maribel. ¿Tú crees que Rubén...?

MARIBEL.- ¿Ande en brama? Sí, si creo, mejor vete acostumbrando (María rompe en llanto) María, yo te lo advertí. No creas que es en mala onda pero no soporto verte llorar, y la verdad ya tengo suficientes broncas con mi viejo para andar aquí de doctora corazón. Te llamo mañana. Ojalá que tu Rubencito aparezca pronto.

MARÍA.- Maribel, espera, no te vayas todavía. Quiero pedirte un favor.

MARIBEL.- Si ¿De qué se trata?

MARÍA.- Podrías darme la dirección de algún abogado. Mañana mismo empiezo los trámites para divorciarme de Rubén...

MARIBEL.- (se ataca de la risa inmediatamente) ¿Divorciarte? (suena el teléfono, Maribel contesta) Sí, aquí esta, ahorita te la paso. Es Rubén, quiere hablar contigo.

MARÍA.- ¡Rubén! ¡Hijo de la chingada! Apenas se le ocurre llamar al desgraciado, que hombre tan desconsiderado. Pero ahorita va a ver, esto se va arreglar aunque sea por teléfono, ésta es la primera y la última vez que me hace esto, va a ver, va a ver. Trae pa´ ca eso Maribel. (contestando el teléfono) Mi amor, mi vida ¿Estás bien? ¿Dónde andas? ¿Todavía tienes dinero corazoncito? Si quieres te mando la chequera. No ¿Por qué voy a estar enojada? Mi vida, me tienes muy preocupada, ven pronto, si mi amor. Yo también te amo, ya vente para acá. Con cuidado, ya no tomes (cuelga resignada)

MARIBEL.-  (de su monedero saca una tarjeta) Mira ten, éste es el mejor que conozco, se llama Lalo, yo sé para qué lo vas a usar, quédate con la tarjeta, yo ya no la necesito. Dile que yo te recomendé y mándale saludos de mi parte. Vámonos Lalito. Tu papá ya debe de estar preocupado. Te dejo María, te llamo mañana, trata de dormirte temprano. (entra Lalito)

MARÍA.- Voy a esperar a Rubén, dijo que ya venía para acá

LALITO.- ¿Es nueva verdad mami?

MARIBEL.- Si hijo, se le nota mucho ¿verdad?

LALITO.- No se apure, mi mami era igualita a usted.

MARÍA.- Nos vemos.

MARIBEL.- Hasta luego.

LATILO.- Adiós. Al menos a ti te va a ver pronto mami, porque a su marido, quién sabe hasta cuándo. (salen)

MARÍA.- No creo que Rubén vaya a tardar mucho en llegar ¿o sí? Ojalá llegue. No creo que sea tan buen abogado este tal Lalo, después de todo sigue casada.

LALITO.- (toca) Perdón, pero dice mi mamá que se le olvido su suéter.

MARÍA.- Ah sí, aquí esta, ten.

LALITO.- Gracias.
MARÍA.- De nada Lalito, que descanses. ¿Lalito? ¿Lalo? (se queda viendo la tarjeta, al niño que sale y al publico) ¿Será?

(OBSCURO)


SÉPTIMO ACTO

Una calle cualquiera, quizá un parque. Grisell vestida muy provocativa.

CUC.- (entrando) Hola Grisell.

GRISELL.- Hola Cuc.

CUC.- Ya tenía tiempo que no te había visto. Pero, apenas te reconocí. Nunca te había visito vestida así ¿A dónde vas?
           
GRISELL.- ¿Te acuerdas de... aquello?

CUC.- Cómo no me voy a acordar. ¿Qué pasó, siempre si lo encontraste?

GRISELL.- No, ya no lo pude encontrar. Así que lance un conjuro a los siete vientos. Hice un hechizo ¿y qué crees? funcionó.

CUC.- ¿Y qué hechizo fue ése?

GRISELL.- “La cataficcia”

CUC.- No sabía que hubiera un conjuro llamado “la cataficcia”.

GRISELL.- Yo tampoco. Pero vi un programa en la tele de los mortales donde se cataficciaban los  premios. Yo hice más o menos lo mismo, inventé un conjuro para que me cataficciaran mi hombre perdido que era perfecto, por otro que no fuese perfecto, pero que estuviera conmigo.

CUC.- ¿Y funcionó?

GRISELL.- Pues más o menos. Mira (señalando a Eduardo que va entrando)

EDUARDO.- Hola preciosa. ¿Nos vamos?

GRISELL.- Vámonos. Nos vemos luego Cuc.

EDUARDO.- Con permiso.

CUC.- Bueno, peor es nada. De eso a quedarse con las ganas. Segurito es casado, sólo los casados andan con brujas.

TELÓN

No hay comentarios: