a mi Madre y mi Padre
PRIMER ACTO
Fondo negro. Semi oscuro. Un caldero en proscenio, donde Grisell hará su pócima.
GRISELL.- Ahora bien, crearé al hombre perfecto: fiel, sobrio, inteligente, responsable (comienza a echar hierbas y polvos al caldero) Fracasé en la alquimia, no pude encontrar la piedra filosofal, ni el secreto de la vida eterna, pero ahora no voy a fallar, lo voy a lograr (haciendo el conjuro) Patas de rana, ojos de sapo, boca de la mantis. Si logro esto, seré recordada y reconocida por generaciones y generaciones. Ya lo imagino, casi lo puedo oír ¿Recuerdas a aquella bruja, a la que nadie quería, con la que nadie quería casarse? ¿Recuerdan a Grisell, a la que creó al hombre perfecto? (ríe) Muy bien, si todo sale de acuerdo al plan, el último ingrediente es este. Ahora sólo tengo que agitar, dejar que hierva, vaciarlo en el molde y dejarlo reposar diez mil años para que cuaje (ríe). Soy la mejor bruja que ha existido; esto es mejor que crear dragones mata princesas. Será perfectamente domesticable, obediente. No será exigente, ni sarcástico y lo más importante, ya no voy a estar solita en las noches.
CUC.- (entrando a escena) ¿Y ahora con qué poción estas experimentando Grisell? No me digas que otra vez andas con eso de “obtenga placer a través de pócimas”
GRISELL.- No digas tonterías Cuc, no, no estoy experimentando con esa poción. (Ap.) Es un fraude. Además una bruja de mi categoría nunca trataría de obtener placeres carnales de tal manera.
CUC.- No… Con eso de que nadie te pela. Andas desesperada y eres capaz de hacer cualquier cosa con tal de...
GRISELL.- Mira, mejor cállate y ayúdame a vaciar esto en el molde que tengo aquí atrás.
CUC.- Bueno (salen con el caldero. Regresan con las manos vacías) Oye, ese molde tenía una forma muy rara ¿qué es? ¿Qué animal vas a crear ahora?
GRISELL.- Ningún animal, voy a crear un esposo.
CUC.- ¿Esposo? (reír sinceramente)
GRISELL.- Yo no le veo lo gracioso.
CUC.- ¿Qué, es en serio?
GRISELL.- Claro que es en serio.
CUC.- Te digo, ay Grisell pero de veras que tu andas...
GRISELL.- Lo que tú tienes es envidia Cuc, porque yo ya me voy a casar, sólo es cosa de esperar diez mil años a que mi animal, digo, mi esposo cuaje y listo, boda segura.
CUC. - Ay Grisell, ay Grisell...
GRISELL.- Ay qué, ay qué. A ti ya se te pasó el tren, solterona, estas celosa de mi.
CUC.-No digas tonterías Grisell.
GRISELL.-Imagínate: el vestido blanco, el ramo, la iglesia adornada con azahares, la ceremonia, las invitaciones, la carroza....
CUC.- Fúnebre.
GRISELL.- La luna de miel. Que emoción, ay qué lindo. Vivir juntos, en pareja, dormir juntos, comer juntos, despertar juntitos. Ay qué lindo, que lindo... que emoción.
CUC.- ¿Ya acabaste? En primer lugar, no estoy celosa y en segundo lugar te recuerdo que no soy ninguna solterona, ya estoy casada.
GRISELL.- Ahí está, entonces ¿en qué te afecta que me case?
CUC.- A mí en nada, a la que le va a afectar y bastante, va a ser a ti.
GRISELL.- ¿A mi? A mí no. A además has de saber que acabo de crear al hombre perfecto.
CUC.- Que buen chiste, el hombre perfecto, sí como no. Mira Grisell, según veo las cosas lo que pasa es que tu estas desesperada por casarte y por...
GRISELL.- No, no es cierto. Le he dicho que no a muchos. Muchos me han rogado, muchos me han suplicado “cásate conmigo brujita de mi alma” Pero yo, no me voy con cualquiera. Oportunidades no me han faltado
CUC.- Aja, mira, ya hablando en serio...
GRISELL.- No quiero oírte más, me voy, estoy muy cansada, trabajé muchos días en esto, ahora merezco un descanso.
CUC.- Si de verdad te quieres casar, mejor no te duermas, se te va a ir. Así como se fueron los últimos ochocientos noventa y siete millones de brujos, y los nueve mil ochocientos tres mortales.
GRISELL.- ¡Cállate! Este no se me va. Además hasta dentro de diez mil años va estar listo, así que no hay problema, nos vemos luego. Solterona.
CUC.- Que no soy solterona. ¡Urgida!
(OBSCURO)
SEGUNDO ACTO
Época actual. La sala del departamento de María.
MARÍA.- El vestido blanco, el ramo, la iglesia adornada con azahares, la ceremonia, las invitaciones, la carroza, la luna de miel. Que emoción, ay qué lindo. Vivir juntos, en pareja, dormir juntos, comer juntos, despertar juntitos. Ay que lindo, que lindo... que emoción (tocan a la puerta)
MARIBEL.- Hola María, ya me enteré. ¿Y qué paso? ¿Cuándo es el suicidio? Digo... la boda.
MARÍA.- Ay manita vieras, estoy tan contenta. Nos casamos el cinco de febrero.
MARIBEL.- Te juro que nunca vas a olvidar ese día en tu vida, nunca...
MARÍA.- ¿Verdad que no?
MARIBEL.- No, de verdad que no... ¿Y cuándo te propuso matrimonio? A ver la sortija ¡ah! porque eso sí, con el trabajito que se carga y con lo que gana, al menos tuvo que darte un buen anillo.
MARÍA.- Claro que me dio un buen anillo. Me quiere mucho ¡me ama! Ve que anillo me dio, ve nada más.
MARIBEL.- ¡Madre mía! Eso si es una sortija de compromiso, no que pinche Eduardo, mira el mugre anillo que me dio (le enseña un mecate en su dedo anular): ¿Te quieres casar conmigo Maribel? Y ahí voy yo de pendeja. Tanto que ni en el anillo me fijé, triste mecate.
MARÍA.- Ay no hables así, además el que tu anillo sea de un material tan folklórico y no tan lujoso y bello como el mío, demuestra mucha sensibilidad de parte de Eduardo, un detalle muy original, en mi opinión.
MARIBEL.- Aja... muy original...
MARÍA.- Si vieras: estábamos ahí sentados, frente a frente,
no podía faltarnos la luna
y hablamos de todo un poco
y todo nos causaba risa como a dos locos...
MARIBEL.- Cálmate tu...
MARÍA.- Ay perdón Maribel, pero es que estoy tan contenta. Te decía, estábamos sentados, viendo la luna, acabábamos de cenar. Me llevó a un restaurant muy elegante, pedimos champaña para brindar; yo le pregunté, ¿por qué brindábamos? Y él me respondía: por el futuro mi vida, por el futuro que nos espera...
MARIBEL.- ¿Y luego?
MARÍA.- Luego, acabada la cena, me llevó al jardín trasero y ahí me lo pidió...
MARIBEL.- Estando en un jardín trasero, solos, en la noche, segurito que no nada más te pidió matrimonio...
MARÍA.- Ay Maribel.
MARIBEL.- Bueno, bueno, y luego, ¿Qué más?
MARÍA.- Pues nada más, me dijo que si me casaba con él y yo le dije que sí.
MARIBEL.- ¿Así, sin mayor pena ni gloria? Te hubieras hecho del rogar aunque sea una semana.
MARÍA.- Ay Maribel, es que estaba tan emocionada, y es que lo amo tanto. Nacimos el uno para el otro, nos amamos tanto.
MARIBEL.- No te preocupes eso se quita con el tiempo.
MARÍA.- Y bueno, nos casamos el cinco de febrero, ya le avisamos a todos nuestros familiares, amigos y conocidos. Más de cuatro años de novios Maribel, más de cuatro años.
MARIBEL.- Te hubieras quedado así, otros añitos, unos veinte o treinta ¿Por qué tenían que arruinarlo todo casándose?
MARÍA.- No arruinamos nada Mari, no arruinamos nada. Lo único que hicimos fue cosechar el futuro de nuestra felicidad, nuestra felicidad eterna y juntos. Quedas invitada formalmente a la boda, aquí está tu invitación. La ceremonia es en la iglesia de San Bartolo.
MARIBEL.- (Ap.) Bartola tú mamacita, bartola tú. Bueno María, me dio gusto verte. Te hablo en la semana, para vernos una última vez. Quiero recordarte así: libre, jovial, sin amarguras, ni penas... libre.
MARÍA.- Maribel, estoy tan contenta, pero tan contenta.
MARIBEL.- Disfrútalo mientras dure, porque después del “si” nada es igual, créeme.
MARÍA.- Ya Maribel, hablas como si en tu matrimonio te fuera muy mal.
MARIBEL.- Me va María, me va.
MARÍA.- Ya va a ser medio día, quedé de verme con Rubén a las doce y media. Vámonos, por ahí te encamino.
MARIBEL.- Bueno... (salen las dos e inmediatamente Maribel lanza un grito desgarrador. Regresan a escena, Maribel empujando a María, suplicándole casi de rodillas) ¡No! No lo hagas María, piénsalo un poco, tienes un futuro por delante, eres mi mejor amiga, yo te quiero mucho. No te cases María no...
MARÍA.- Maribel, tranquilízate, no me voy a suicidar, sólo me voy a casar.
MARIBEL.- Por eso. Eres joven, puedes rehacer tu vida en otro país; yo te ayudo. Déjalo plantado, estas a tiempo, salva tu vida María, salva tu vida...
MARÍA.- Maribel no seas tan dramática. Tan exagerada como siempre.
MARIBEL.- (de desesperada esquizofrenia, a digna orgullosa) Está bien María, pero no digas que no te lo advertí, no vengas a mi casa de madrugada pidiendo ayuda. Que te de techo y consuelo porque ya no aguantas al pendejo de tu marido. Yo te lo advertí (sale)
MARÍA.- Esta Maribel, nada más porque ha tenido uno o dos problemitas en su matrimonio y no ha sabido cómo solucionarlos no significa que a mí me vaya a ir de la patada. Además, nos amamos tanto.
(OBSCURO)
TERCER ACTO
Un comedor. Casa de Maribel.
MARIBEL.- (que se encuentra sirviendo los platos en la mesa) Buenos días mi amor ¿Cómo amaneciste?
EDUARDO.- (Ap.) ¿Y tu como crees? Amanecí contigo otra vez... (a María) Muy bien mi amor, muy bien, gracias por preguntar. Y tú cariño ¿cómo dormiste?
MARIBEL.- (Ap.) Imbécil ¿Cómo quieres que duerma con tus pinches ronquidos de buey?... Muy bien cariñito, como un bebe, dormí de maravilla.
EDUARDO.- ¿Qué hiciste de desayunar mi vida? (Ap.) Si es que esa porquería que tragamos por las mañanas se le puede llamar desayuno, gracias a Dios que no nos ha matado de una indigestión.
MARIBEL.- Te preparé unos hot-cakes con su mielecita y su mantequillita, como a ti te gustan corazón, además juguito fresco, recién hechecito, y tu frutita; ya sabes que el desayuno es el alimento más importante del día...
EDUARDO.- Por eso te quiero tanto mi amor. (Ap.) Algo quiere esta, no da de tragar así nada más porque si.
MARIBEL.- (gritándole) Lalito, ya vente a desayunar, se te va hacer tarde (Ap.) Apúrate pinche escuincle huevon, ya te pareces a tu padre, igual de holgazán.
LALITO.- (en off) Ya voy mamá.
EDUARDO.- (comiendo) Tenemos que imponerle reglas a ese niño, se está malacostumbrando mucho.
MARIBEL.-Estoy contigo, tenemos que tener más disciplina con él.
LALITO.- Hola mamá, hola papá (muy bobo) ¡Buenos días!
MARIBEL.- Hola, buenos días Lalito. Cómo amaneció mi futuro licenciado
EDUARDO.- ¿Licenciado? Futuro juez.
LALITO.- Huevos con jamón.
MARIBEL.- Que tierno, ahorita te los preparo (Ap.) ¿No es un angelito?
EDUARDO.- ¿Qué dice la escuela campeón?
LALITO.- Dos por dos son cuatro, cuatro y dos son... (comienza a contar con los dedos de la mano)
MARIBEL.- No te esfuerces mucho corazón, todo a su tiempo.
EDUARDO.- Si es cierto, tu mami tiene razón, debes conocer tus límites.
MARIBEL.- Así es, todos tienen sus límites (Ap.) Tu padre por ejemplo se volvió impotente muy joven.
LALITO.- Era Rodolfo el reno, que tenía la nariz...
MARIBEL.- Ay que tierno ¿Ya viste?
EDUARDO.- Sí, todo un angelito, se parece tanto a su padre.
MARIBEL.- Si tu lo dices (Ap.) No pensé que lo conociera.
EDUARDO.- Y qué pasó ¿Cómo te fue ayer con María?
MARIBEL.- Mal, siempre si se casa.
EDUARDO.- Híjole ¿Y qué? No le dijiste nada, le hubieras advertido.
MARIBEL.- Ya le dije, le grite, casi, casi le rogué “no te cases” Pero ya ves, de que una se apendeja y el otro igual...
EDUARDO.- Pues sí, eso que ni qué. Pero ¿Al menos el tipo tiene un buen trabajo?
MARIBEL.- Sí, es doctor, creo que tiene su consultorio particular y no sé qué más. Gana bien, bastante bien.
EDUARDO.- ¿A si? ¿Y cómo sabes?
MARIBEL.- Pues es que María me lo dijo, y además, si vieras la sortija que le regaló.
EDUARDO.- ¿Qué? ¿Apoco estaba más bonita y original que la mía?
MARIBEL.- Bonita... La de ella sí es sortija: un anillo con incrustaciones de diamantes y chapa de oro de veinticuatro quilates.
EDUARDO.- No pues sí, entonces sí gana bien el fulano ese.
MARIBEL.- Pues claro que gana bien. Pero aun así, ni el mejor sueldo del mundo puede pagar la libertad que una les regala con los ojos cerrados.
EDUARDO.- Ay ya, no te quejes, que no te va tan mal...
MARIBEL.- ¿No? No... (le avienta el anillo de mecate)
EDUARDO.- Bueno, bueno, me voy a trabajar, no quiero llegar tarde. Nos vemos en la noche. Adiós chiquito precioso. De veras que se parece tanto a su padre. (sale)
MARIBEL.- Yo insisto ¿Apoco lo conoce?
LALITO.- ¿Mamá?
MARIBEL.- ¿Que pasó hijito?
LALTO.- ¿Tú crees en los reyes magos?
MARIBEL.- Claro...
LALITO.- ¿Y en santa, y en el ratón de los dientes y en el coco?
MARIBEL.- Claro que si Lalito
LALITO.- ¿Y a poco también crees eso de que la cigüeña me trajo y que papá de aquí se va al trabajo? Ay mami...
(OBSCURO)
CUARTO ACTO
Misma decoración del Segundo Acto. Casa de María.
MARÍA.- Me prometió la luna, las estrellas, el sol. Seremos tan felices.
MARIBEL.- Mira María, si te baja el sol te quemas, no seas pendeja.
MARÍA.- Ay Maribel, le quitas lo bonito. Nosotros sólo hablamos en abstracto.
MARIBEL.- Entonces sólo van a ser felices en abstracto.
MARÍA.- Estoy tan contenta. Ya no se me fue el tren manita, ya no se me fue.
MARIBEL.- Pero estas a tiempo de que se te vaya. Es mejor eso, en vez de que te arrolle.
MARÍA.- Vamos a pasar la luna de miel en...
MARIBEL.- Ni me digas, ni me digas. Ya sé dónde van a pasar la luna de miel.
MARÍA.- ¿Cómo sabes, qué él te dijo algo?
MARIBEL.- No, ni falta hace.
MARÍA.- Cada que lo veo me enamoro más de él. Y es que es siempre tan formal, todo un caballero: zapatos bien boleados, corbata, su camisa nunca tiene arrugas y además siempre esta de traje; nunca lo he visto sin traje.
MARIBEL.- ¿Nunca María?
MARÍA.- Es el hombre perfecto, no hay ninguno como él, no tiene defectos.
MARIBEL.- Aja ¿Y ya hiciste tu cartita para los reyes?
MARÍA.- ¿Eduardo toma verdad?
MARIBEL.- Igual que todos los hombres María. Y es borracho de ligas mayores al igual que todos los esposos.
MARÍA.- No, Rubén no toma.
MARIBEL.- Porque todavía no se han casado, espérate que vivan juntos, que sea tu esposo y vas a ver si no.
MARÍA.- No, Rubén no, podrá echarse un whisky o una copita coñac de vez en cuando, pero nada más.
MARIBEL.- Pérate tantito y vas a ver como al rato hasta tiner va a andar tomando el desgraciado. Ay María, vas a vivir cada cosa.
MARÍA.- Sí, vamos a pasar adversidades en nuestro matrimonio pero no me importa, porque siempre voy a estar con él, y él siempre va a estar conmigo, siempre vamos a estar juntos.
MARIBEL.- Eso si no se va con la otra y te deja sola.
MARÍA.- ¿La otra?
MARIBEL.- Pues claro. ¿O a poco crees que los sábado se trabaja todo el día y los domingos hasta tarde? Ay María, ay María. Bueno ni hablar. Mañana te casas ¿no?
MARÍA.- Sí, y... sigo firme. Además Maribel, si algo saliera mal o las cosas no marcharan bien, siempre está el divorcio, no es la mejor salida, pero es una opción muy viable en caso de que las cosas no funcionen. Cosa que entre Rubén y yo no va a suceder, porque nos amamos profundamente.
MARIBEL.- Aja, el divorcio, aja, si como no.
MARÍA.- ¿Qué?
MARIBEL.- María, en cuanto una se casa ya no hay salida. Después de que los dos digan “si”, vas a conocer tu peor pesadilla y tu tan anhelado sueño. Porque cuando vives en pareja, casados, la relación de amor y armonía y todas esas cursilería que te andas inventando se convierten en una relación de ni contigo ni sin ti.
MARÍA.- ¿Cómo?
MARIBEL.- Pues sí, después de algún tiempo es: No quiero vivir contigo pero tampoco lejos de ti, no quiero acostarme contigo pero no quiero que duermas en otra cama, no quiero saber más de ti ni vivir contigo, pero ahí anda uno encima del otro, como chicles pegados. Por eso te digo María, no la riegues, no te cases.
MARÍA.- Lo que tú quieres es asustarme... y la verdad lo estas logrando. Mejor te veo mañana en la boda.
MARIBEL.- Bueno, como tú quieras, es tu vida, tu libertad, la mía ya la jodí, ahora te toca a ti, que conste que te advertí María. Si por cada vez que Eduardo y yo nos andamos divorciando nos dieran diez mugres pesos, ya seríamos ricos. (sale)
MARÍA.- Ya me estresó, pero no, Rubén no toma, me es fiel, es el hombre ideal, al menos para mí lo es, y nos amamos tanto. Mañana es el día, mañana se comienza a escribir una nueva historia. Mañana nacerá una nueva María. Ahora seré esposa, una buena esposa y posteriormente una buena madre, tierna y responsable con sus hijos. Ya me veo esperando a Rubén, ahí en la cocina con la cena lista, la casa recogida, y viendo mi telenovela. Platicando de nuestros días para luego ir a dormir y a la mañana siguiente comenzar el día juntos. No cabe duda, la vida de casada que me espera será fantástica, no me puedo arrepentir. (En cuanto sale, se comienza a oír la marcha nupcial y finalmente el “acepto”)
(OBSCURO)
QUINTO ACTO
Fondo negro; misma estenografía del primer acto
GRISELL.- No lo encuentro Cuc, ya hasta puse una descripción y nada.
CUC.- ¿Lo buscaste bien? ¿A ver la descripción?
GRISELL.- Ten (le da un cartel)
CUC.- Se busca al hombre perfecto, tiene el nombre de Rubén. Bien vestido, respetuoso, apuesto, con deseos de casarse conmigo. Desapareció de su molde. Grisell, dime que soy la única que ha leído esto.
GRISELL.- Tú y otros ochenta millones de brujos y nueve millones de mortales.
CUC.- ¡Ay! ¿Por qué Grisell? Oye, por pura curiosidad ¿Dónde buscaste al tal Rubén?
GRISELL.- ¿Cómo dónde? Pues en los lugares que de seguro va a estar, en los que más frecuenta.
CUC.- ¿Y según tú, cuáles son esos lugares?
GRISELL.- Pues: la iglesia, la biblioteca, el orfanato, los parques y...
CUC.- Ay no mames, de veras que si eres bien... Si enserio quieres encontrar a un hombre tienes que buscarlo en los bares, en las cantinas, en los burdeles, en los table-dance, en los prostíbulos, hoteles de segunda ¿entiendes? Búscalo por ahí y segurito lo encuentras.
GRISELL.- No, Rubén no es de ese tipo de hombres.
CUC.- Todos los hombres son iguales ¿Por qué carajos no lo entiendes? Es más, estoy segura que ese tal Rubén ya se te escapó. Igual y ya hasta se casó.
GRISELL.- ¡Rubén no se puede casar con otra que no sea yo!
CUC.- Mira, mejor vamos a seguir buscando. Y por favor, ya no pegues esto.
GRISELL.- ¿Oye? Y si lo encuentro ¿Qué hago?
CUC.- Échate a correr, que no te alcance. (reacción de Grisell) ¿Qué, tu preguntaste?
GRISELL.- Lo tengo que encontrar, me tengo que casar. Este no se me va.
(OBSCURO)
SEXTO ACTO
Casa de María, quien aparece andrajosa, escoba en mano, mandil mal puesto, plumero en la otra mano, sandalias, despeinada, etc. Esta imagen de María no tiene nada que ver con la anterior, es todo lo opuesto.
MARÍA.- Tres meses, tres meses tengo de haberme arrejuntado con éste desgraciado y... ¡Ya no lo aguanto! Ya no lo aguanto, estoy hasta la madre de este cabrón. ¿Qué hice? ¿Qué hice Dios mío? ¿Qué hice? Yo que era tan feliz, libre, siempre estaba contenta, viviendo solita, comiendo solita, durmiendo solita. No que este cabrón, si vieran, si vieran nomás. Me tiene todo el día aquí encerrada, haciendo el quehacer como si yo fuera su gata. Se va a trabajar todo el día, pero en cuanto llega, al señor hay que atenderlo como rey: que sus pantuflitas, que su tele, que su refresquito y su cerveza, eso sí, bien fría. Y en la cama... la cama es lo peor, una de dos: o no se me quita de encima, o se pasa toda la mugre noche con sus ronquidos; o sea que ni de una ni de otra se puede dormir a gusto. (se tropieza con la escoba) ¡Ah! ¡Me lleva la...! ¡Piche escoba! Fíjate por donde barres, ya me pegaste otra vez babosa. Y ni crean que horita esta en el trabajo, no, lleva cuatro días que no va al consultorio, porque el señor lleva cuatro días como pez: en el agua, bebe y bebe ¿Por qué me case? ¿Por qué me case? ¿Por qué nadie me advirtió?
MARIBEL.- (que entró segundos antes) No te hagas, yo bien que te dije. Que te hicieras de oídos sordos es tu bronca. Además no sé de qué te quejas, es la primera borrachera ¿no?
MARÍA.- ¿Cómo que la primera?
MARIBEL.- Pues sí, es la primera vez que te hace esto en tres meses. Y según se, todavía no te ha puesto los cuernos.
MARÍA.- ¿Eh?
MARIBEL.- Si, Eduardo cada que anda de pescadito le entra lo hot-dog y...
MARÍA.- ¡Ya! Ya no me cuentes nada Maribel. ¿Tú crees que Rubén...?
MARIBEL.- ¿Ande en brama? Sí, si creo, mejor vete acostumbrando (María rompe en llanto) María, yo te lo advertí. No creas que es en mala onda pero no soporto verte llorar, y la verdad ya tengo suficientes broncas con mi viejo para andar aquí de doctora corazón. Te llamo mañana. Ojalá que tu Rubencito aparezca pronto.
MARÍA.- Maribel, espera, no te vayas todavía. Quiero pedirte un favor.
MARIBEL.- Si ¿De qué se trata?
MARÍA.- Podrías darme la dirección de algún abogado. Mañana mismo empiezo los trámites para divorciarme de Rubén...
MARIBEL.- (se ataca de la risa inmediatamente) ¿Divorciarte? (suena el teléfono, Maribel contesta) Sí, aquí esta, ahorita te la paso. Es Rubén, quiere hablar contigo.
MARÍA.- ¡Rubén! ¡Hijo de la chingada! Apenas se le ocurre llamar al desgraciado, que hombre tan desconsiderado. Pero ahorita va a ver, esto se va arreglar aunque sea por teléfono, ésta es la primera y la última vez que me hace esto, va a ver, va a ver. Trae pa´ ca eso Maribel. (contestando el teléfono) Mi amor, mi vida ¿Estás bien? ¿Dónde andas? ¿Todavía tienes dinero corazoncito? Si quieres te mando la chequera. No ¿Por qué voy a estar enojada? Mi vida, me tienes muy preocupada, ven pronto, si mi amor. Yo también te amo, ya vente para acá. Con cuidado, ya no tomes (cuelga resignada)
MARIBEL.- (de su monedero saca una tarjeta) Mira ten, éste es el mejor que conozco, se llama Lalo, yo sé para qué lo vas a usar, quédate con la tarjeta, yo ya no la necesito. Dile que yo te recomendé y mándale saludos de mi parte. Vámonos Lalito. Tu papá ya debe de estar preocupado. Te dejo María, te llamo mañana, trata de dormirte temprano. (entra Lalito)
MARÍA.- Voy a esperar a Rubén, dijo que ya venía para acá
LALITO.- ¿Es nueva verdad mami?
MARIBEL.- Si hijo, se le nota mucho ¿verdad?
LALITO.- No se apure, mi mami era igualita a usted.
MARÍA.- Nos vemos.
MARIBEL.- Hasta luego.
LATILO.- Adiós. Al menos a ti te va a ver pronto mami, porque a su marido, quién sabe hasta cuándo. (salen)
MARÍA.- No creo que Rubén vaya a tardar mucho en llegar ¿o sí? Ojalá llegue. No creo que sea tan buen abogado este tal Lalo, después de todo sigue casada.
LALITO.- (toca) Perdón, pero dice mi mamá que se le olvido su suéter.
MARÍA.- Ah sí, aquí esta, ten.
LALITO.- Gracias.
MARÍA.- De nada Lalito, que descanses. ¿Lalito? ¿Lalo? (se queda viendo la tarjeta, al niño que sale y al publico) ¿Será?
(OBSCURO)
SÉPTIMO ACTO
Una calle cualquiera, quizá un parque. Grisell vestida muy provocativa.
CUC.- (entrando) Hola Grisell.
GRISELL.- Hola Cuc.
CUC.- Ya tenía tiempo que no te había visto. Pero, apenas te reconocí. Nunca te había visito vestida así ¿A dónde vas?
GRISELL.- ¿Te acuerdas de... aquello?
CUC.- Cómo no me voy a acordar. ¿Qué pasó, siempre si lo encontraste?
GRISELL.- No, ya no lo pude encontrar. Así que lance un conjuro a los siete vientos. Hice un hechizo ¿y qué crees? funcionó.
CUC.- ¿Y qué hechizo fue ése?
GRISELL.- “La cataficcia”
CUC.- No sabía que hubiera un conjuro llamado “la cataficcia”.
GRISELL.- Yo tampoco. Pero vi un programa en la tele de los mortales donde se cataficciaban los premios. Yo hice más o menos lo mismo, inventé un conjuro para que me cataficciaran mi hombre perdido que era perfecto, por otro que no fuese perfecto, pero que estuviera conmigo.
CUC.- ¿Y funcionó?
GRISELL.- Pues más o menos. Mira (señalando a Eduardo que va entrando)
EDUARDO.- Hola preciosa. ¿Nos vamos?
GRISELL.- Vámonos. Nos vemos luego Cuc.
EDUARDO.- Con permiso.
CUC.- Bueno, peor es nada. De eso a quedarse con las ganas. Segurito es casado, sólo los casados andan con brujas.
TELÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario