5 de agosto de 2011

PSIQUIÁTRICO

PERSONAJES:

                -       JOVEN

         -     DOCTORA


ACTO ÚNICO

En cámara negra, el Joven aparece, se sienta  en el diván, abstraído.  La Doctora aparecerá momentos después. El consultorio  estará únicamente compuesto por una silla  y el diván, (quizá una mesa o escritorio). En el transcurso de la obra cada que el Joven tenga que tocar a la Doctora deberá de hacerlo con los ojos cerrados.


JOVEN.- Buenas noches.

DOCTORA.- Buenas noches. Póngase cómodo por favor.

JOVEN.- Gracias.

DOCTORA.- Ayer por la tarde revisé su expediente.

JOVEN.- ¿Y qué le pareció?

DOCTORA.- Interesante... bastante interesante.

JOVEN.- ¿Eso es todo, interesante? ¿No puede decirme más?

DOCTORA.- Me refiero a que son pocos los pacientes que se internan en un manicomio para pasar el verano. O que se emborrachan solos y sólo salen a la calle cuando están a punto de morir para gritar que dejan como única herencia su libro de cabecera...

JOVEN.- Si eso le parece interesante, espere a oír mis disparates.

DOCTORA.- Pues para eso estamos aquí. Vamos a solucionar las cosas.

JOVEN.- Doctora, para solucionar algo, primero necesita un problema.

DOCTORA.- Obstinado ¿eh? Está bien. Pero vamos, cuénteme ¿Qué es eso de emborracharse solo?

JOVEN.- No soy muy adicto a la copa ¿sabe? de hecho sólo comienzo a beber cuando caigo en depresiones muy fuertes. La verdad prefiero perder el juicio temporalmente con el alcohol, que enloquecer totalmente.

DOCTORA.- ¿Y porque ha de enloquecer?

JOVEN.- Porque estoy loco doctora y un loco puede enloquecer en cualquier momento.

DOCTEOR.- Supongo que debe de haber una chispa para que la pólvora estalle ¿no?

JOVEN.- Así es, alguien necesita jalar del gatillo. En mi caso son las mujeres y los libros.

DOCTORA.- ¿Las mujeres y los libros? Que caso tan más peculiar, había oído e  incluso tratado con enfermos sexuales. Pero nunca había oído esto de los libros.

JOVEN.- Es casi lo mimo doctora, a los libros también hay que abrirlos para leerlos, y al terminar hay que cerrarlos, retirar el separador, tratar de entender qué fue lo que paso, recordar aquellas comas, los puntos suspensivos. Luego, uno queda exhausto, ya no quedan ganas para ir a salvar el mundo, y como el mundo no tiene quién lo salve, cuando uno abre los ojos, ya no hay mundo para ver, ni para respirar y mucho menos para salvar.

DOCTORA.- Le aconsejo que deje de leer, por lo que veo, eso no es muy bueno para su salud mental. Respecto a las borracheras, lo más recomendable sería que tomara  la copa con algunos amigos y  en cuanto a las mujeres...

JOVEN.- ¿Amigos? Yo no tengo amigos doctora.

DOCTORA.- Compañeros de parranda, conocidos, amigos de ocasión.

JOVEN.- No, usted no entiende. Lo más cercano a un amigo es mi libro de cabecera. Lo demás es sólo parte de mi soledad, de mi depresión que no llena ni deja llenar.

DOCTORA.- ¿Alguna amiga? Después de tantas noches...

JOVEN.- No doctora, nadie, ya se lo dije, únicamente mi libro de cabecera. Las mujeres que veo de vez en cuando se dedican a contarle canas al aire ó al tiempo. No he encontrado ninguna rosa que no esté teñida.

DOCTORA.- Si tanto le gusta leer le aconsejo lecturas de  auto estima, libros religiosos, superación personal, etc.

JOVEN.- Prefiero tirar mi dinero en una buena borrachera.

DOCTORA.- Entonces, salga de cuando en cuando, así su mente estará despejada, no se encierre, no piense demasiado. Si gusta podemos comentar algún libro, eso le ayudará.

JOVEN.- ¿Ha leído a Sabines, Benedetti, Pessoa, Olivero Girondo?

DOCTORA.- No, me temo que no. A ninguno de ellos.

JOVEN.- Si, seguro que no. Ya nadie lee.

DOCTORA.- Bueno, no se ofenda pero, debe de aceptar que el tomar un libro cada vez resulta más anticuado. En la época actual hay mejores cosas que hacer, por ejemplo ir al cine, oír música o bien, ya existen los audio libros.

JOVEN.- ¿Oír música? Si en la radio no pasan mas que porquerías. ¿Ir al cine? Discúlpeme doctora, pero la pantalla grande está invadida de traseros enormes y escotes operados. No, ya ni siquiera hay buen cine. Prefiero mil veces irme a emborrachar, quedarme en mi habitación tendido, como si estuviera muerto. Olvidarme del mundo, abrir un buen libro y bueno... pero no sé porque le digo esto. No creo que esto ayude mucho en mi tratamiento.

DOCTORA.- Todo lo contrario, esto me ayuda para encontrar la causa de su depresión, su dependencia al alcohol, el delirio por las mujeres y todo eso que usted padece. De hecho si continuamos así, puede que en muy poco tiempo encontremos solución a su problema.

JOVE.- ¿Problema? ¡Problema! El maldito problema es que yo no tengo ningún problema.

DOCTORA.- Cálmese, cálmese por favor. No se altere. Mejor platíqueme sobre ese tal Oliverio... ¿Oliverio que?

JOVEN.- Oliverio Girondo, doctora; Girondo.

DOCTORA.- Bueno, platíqueme, cuentéeme algo sobre él.

JOVEN.- No hay mucho que decir sobre él, simplemente... era un poeta.

DOCTORA.- ¿Poeta? ¿Son esos qué hacen poemas, verdad?

JOVEN.- Si doctora, un poeta hace poemas, un cuentista escribe cuentos, un novelista, novelas. ¿En qué escuela estudio usted?

DOCTORA.- Eso no tiene importancia, todas son iguales. Mejor, dígame algún poema de ese tal Girondo.

JOVEN.- Eso no es buena idea doctora.

DOCTORA.- ¿Y por qué no?

JOVEN.- Porque si yo le digo a usted el poema que tengo en mente, aquí, solos, en su consultorio y conociéndome... no doctora, no es buena idea, será en otra ocasión. Por el momento creo que lo mejor es seguir la consulta.

DOCTORA.- Todo es parte de la consulta, todo. Vamos, confié en mí, yo soy una profesional. Por favor. Además quizá me haga bien oír algo de poesía, cultivarme un poco.

JOVEN.- Esta bien.

DOCTORA.- Lo escucho. (el joven queda viendo a la Doctora directamente a los ojos)

JOVEN.- (En el transcurso del poema, el Joven debe de acercarse a la Doctora, acariciarla con los ojos cerrados) “No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo…”

DOCTORA.- (nerviosa) Bonito, muy bonito, un poema muy hermoso.

JOVEN.- Lo siento, sabía que esto pasaría. Siempre ocurre lo mismo cada que la poesía me domina. Lo siento, no volverá a suceder.

DOCTORA.- No tiene porque pedir disculpas. De hecho acabamos de descubrir algo muy interesante: la poesía lo domina.

JOVEN.- Si, así es, y para mí no es ningún descubrimiento, ya lo sabía.

DOCTORA.- ¿Ya lo sabía?

JOVEN.- Si doctora, ya lo sabía, y también sé muchas otras cosas de mí mismo que usted no sabe y que no va a saber.

DOCTORA.- Entonces, no hemos progresado ¿Usted no ha hecho ningún descubrimiento?

JOVEN.- Si progresar se refiere a saber algo nuevo acerca de mi, no, y no puedo saber nada nuevo acerca de mí porque yo ya sé todo acerca de mí, me conozco muy, muy bien. Sin embargo si he hecho un descubrimiento...

DOCTORA.- ¿A si? Y, cual es...

JOVEN.- Que usted muy bonita...

DOCTORA.- Le agradezco el cumplido, pero...

JOVEN.- Y no solo descubrí eso. También descubrí que tiene miedo.

DOCTORA.- ¿Miedo yo?

JOVEN.- Sí, tiene miedo, cuando comencé a acariciarla, su respiración se acelero demasiado y...

DOCTORA.- Pero eso no quiere decir que yo tenga miedo.

JOVEN.- Tiene razón, no es miedo. Podría ser que estuviera excitada.

DOCTORA.- ¿Excitada, yo? Soy una profesional, en horas de trabajo no puedo excitarme.

JOVEN.- ¿Y por qué se puso roja?

DOCTORA.- Por que, por que... Porque no tengo miedo, ni estoy excitada, por eso. Soy una profesional; usted es mi paciente, no puedo tener tabúes, debemos de dar con su problema y solucionarlo, acabar con él.

JOVEN.- ¿Y si mi problema fuera usted?

DOCTORA.- Entonces, si ese fuera el caso, lamento decirle que ahí no podré brindarle mayor ayuda.

JOVEN.- ¿Por qué no?

DOCTORA.- Porque entonces todo dependerá de usted. Tendrá que acabar conmigo, y después...

JOVEN.- Después... ¿qué?

DOCTORA.- Después, todo estará bien.


OBSCURO

No hay comentarios: