9 de agosto de 2011

SERÍA LO MISMO


PERSONAJES:

EL. Un chavo común y corriente, entre los dieciséis y veinte años. Viste pantalón                                                                                                de mezclilla azul, una camisa, tenis, etc.

ELLA. Una chica común y corriente, entre los dieciséis y veinte años. Viste unos jeans, top, tenis, etc.

ACTO ÚNICO

En obscuro, ruido de un carro frenando y chocando, cristales estrellados, sirenas de ambulancia, gritos, etc. Se abre la luz. Una mesa al centro con dos sillas. EL está sentado y durmiendo con la cabeza sobre la mesa. Se despierta precipitadamente. ELLA entra a escena con una charola con café para los dos. Pone las tazas sobre la mesa, se sienta.

ELLA.- ¿Otra vez soñaste con lo mismo?

EL.- ¿Y con que más se puede soñar?

ELLA.- No sé. Yo... hace mucho que no sueño.


EL.- Yo cada que duermo, sueño que lo hago; pero siempre me asalta esta pesadilla que no me deja en paz.

ELLA.- ¡En paz! Así quisiera estar.

EL.- ¿Crees qué yo no?

ELLA.- De un tiempo para acá ya no se en lo que vienes creyendo.

EL.-  Ya no creo en mí, eso te lo puedo asegurar. Ya no creo en el tipo fuerte y joven que estaba listo para comerse a la vida. El que tenía todo un futuro por delante, el que estaba en la cima de algún lugar, quizá del mundo.

ELLA.- Es lógico que ahora seas ateo de tu persona, si a mí la vida me comiera y luego me hiciera mierda, tampoco creería en mi.

EL.- Tú no estás tan lejos de mi ¿lo recuerdas?

ELLA.- Por desgracia estoy condenada a jamás olvidarlo.

EL.- Si pudiéramos olvidar...

ELLA.- ¿Eso en que ayudaría?

EL.- No sé, quizá en el olvido de nosotros la eternidad nos sea menos larga.

ELLA.- No digas tonterías. Si no hubieras...

EL.- ¿Hubieras? ¡Hubiéramos!

ELLA.- Cálmate, cálmate, no es para que te exaltes así.

EL.- Tú empezaste. Además, ya sabes que el hubiera no existe.

ELLA.- Sí, casi siempre nos sucede que vivimos en los tiempos inexistentes, en los tiempos irreales.

EL.- ¿Te acuerdas cómo empezó todo?

ELLA.- Hola ¿fumas?

EL.- ¡Claro! ¿Y tú tomas?

ELLA.- ¡Por supuesto!. ¿Qué vas hacer hoy en la noche?

EL.- Voy con los cuates al antro, ahí te veo ¿no?

ELLA.- Que buena rola.

EL.- Ven, vamos a bailar.

ELLA.- La noche es larga.

EL.- El mundo es nuestro.

ELLA.- Luego vinieron más y  más salidas, más y más excesos.

EL.- ¡Benditos excesos!

ELLA.- La marihuana.

EL.- La coca.

ELLA.- El sexo.

EL.- Fue genial.

ELLA.- ¿Recuerdas?

EL.- ¿Eres virgen?

ELLA.- ¿Por qué no lo averiguas?

EL.- ¿Condón?

ELLA.- ¿Anticonceptivos?

EL Y ELLA.- ¿Para qué? ¡No pasa nada!

ELLA.- Estoy embarazada

EL.- ¡Embarazada! No, no puede ser mío, seguro que te acostaste con otro.

ELLA.- Es tuyo.

EL.- ¡No mames! ¿Qué dijiste?  Ya cayó ¿no? ya me lo chingue.

ELLA.- De veras que era tuyo.

EL.- Luego la mota no fue suficiente, la coca te friega muy rápido el tabique. Tenía que caer en la pinche heroína.

ELLA.- Yo creo que voy a tener que abortar.

EL.- Y en una dosis la puta jeringa tenía que estar contaminada.

ELLA.- Dejar la escuela, me van a correr de la casa, él no reconoce que es su hijo. ¿Qué hago?

EL.- Tengo sida ¿qué hago?

ELLA y EL.- ¿Qué hago?

ELLA.- Si esa noche no te hubieran prestado el carro.

EL.- Si esa noche no hubiera estado tan tomado.

ELLA.- Bájale, vas muy rápido.

EL.- Estas loca, pinche neurótica.

ELLA.- El tope, cuidado con el perro.

EL.- ¿Crees que estoy ciego o qué?

ELLA.- ¡Fíjate! vas muy rápido. ¡Cuidado!

Silencio de EL y de ELLA, semi obscuro, comienza a oírse el mismo ruido de sirenas que se escuchó al principio de la obra.

EL.- No fue mi culpa, yo no iba manejando, era otro que no conozco, uno que cada que me drogaba y tomaba se apoderaba de mi, de este cuerpo.

ELLA.- Al final, creo que fue lo mejor, ¿qué le hubiéramos podido ofrecer al bebe?

EL.- ¿Nosotros? Ni siquiera amor.

ELLA.- No fue nuestra culpa. Es culpa de esa sociedad epiléptica donde vivimos, de esa sociedad desahuciada que nos educó.

EL.- No busques culpables ¿qué caso tiene?

ELLA.- Para nosotros ninguno. Pero... imagina que pudiéramos llegar a ellos, a los que aun viven, a los que están a tiempo de corregir sus vidas, imagina que tuviéramos la oportunidad de mostrarles la realidad de las cosas ¿qué pasaría?

EL.- ¿Qué pasaría?

ELLA.- Si, qué pasaría, si de algún modo pudiéramos ir y decirles: Lean, porque la sabiduría de siglos y épocas enteras está ahí, embotellada en tan sencillo paquete. Aprendan a pensar y a cuestionar porque de lo contrario serán títeres de las situaciones y las circunstancias guiarán sus vidas, dediquen más tiempo a la realidad que nos acontece y menos al internet y a la televisión. ¿Qué pasaría si pudiéramos llegar a ellos con estos mensajes? tener la oportunidad de decirles que no cometan nuestros errores, de decirles que...

EL.- ¿Que las drogas son malas y que destruyen? ¿Decirles que el sexo implica una responsabilidad tremenda?

ELLA.- Si, ¿qué pasaría?

EL.- ¡Jah! Yo te diré lo que pasaría, pasaría que se burlarían de nosotros, ninguno nos haría caso. Cuántas veces cuando estábamos vivos nos dijeren: lee este libro, lee este otro. Pero no, uno tiene que estar leyendo revistas porno o cojiéndose a una chava, o viendo telerisa y los pinches programas de moda. Porque eso  es lo que importa, eso es lo que vale en esa pinche sociedad, en esa sociedad que te juzga por lo que vistes, por lo que ves, por cuanto tienes, por lo que aparentas; no por lo que eres y piensas. ¡Vivan los pinches seudoartistas que domina la radio, porque ahí nos vamos, entre acordes estúpidos y letras que son peor que una mentada de madre!  Aunque pudiéramos llegarles a ellos con un mensaje tan utópico, de nada serviría, al mundo no le queda mucho, está en manos de gobiernos corruptos que no les interesa la educación y mucho menos la cultura, y en ese mundo viven gentes como la que tu y yo éramos, enajenados del chat y de la tele, gente que lo último que nos importó fue progresar.

ELLA.- ¿Entonces?

EL.- Sólo queda esperar a que la eternidad se acabe, todo tiene un principio y un fin. El mundo como lo conocemos ya no tardará en llegar a él y esto donde ahora nos morimos, apenas empieza.

ELLA.- ¿Y después? ¿Cuándo esto acabe?

EL.- Otra vez volveremos a la obscuridad. Yo... volveré a tratar de dormir y volveré a tener la misma pesadilla, me despertaré y tú estarás aquí sentada con una taza de café lista para proponerme sueños utópicos. Y del otro lado, donde nuestros ojos ya no alcanzan a ver, quizá alguien logre escucharnos y después... olvidarnos. (comienza a cerrarse la luz. Música de fondo)

OBSCURO




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