NO ME IMPORTA LA SUERTE QUE PUEDA CORRER UN POEMA,
o la que yo tenga, ni la forma en que muera.
Mucho menos me importa si ayer y siempre ellos traman mi muerte.
Me viene y me va el aire que alborota mi cabello.
Me importan un pito los muslos que se muestran
subterráneos, pesados y dadivosos.
No veo el reflejo, ni elaboro la armonía de mi armadura
porque el tiempo me es tan valioso como la sangre que escribo.
Valoro mis pasos y quiero tanto a mi Muerte
como a lo inalcanzable, como lo intocable;
pues aquí me ves: soñando lo insoñable.
Y hasta que todo esto por fin vuele, sigo necio, firme y adelante,
porque nada se pierde, cuando lo único que tienes es hambre.
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